El esperpento
R ecordaba hace unos días en un artículo el escritor José María Paz Gago que se cumplen ahora cien años de la publicación definitiva de Luces de Bohemia —ciento cuatro si consideramos la inicial publicación en fascículos—, la gran obra de don Ramón del Valle Inclán, la obra que inicia la estética esperpéntica. Curiosamente, el escritor y la obra preferidos del presidente Pedro Sánchez, según respondió a una encuesta realizada en 2020. El presidente sabe de lo que habla porque todo lo que está pasando en este país, cien años después de Luces de Bohemia, se acerca cada día más al esperpento.
Los personajes de Valle Inclán que tratan los grandes problemas políticos y sociales de su tiempo —la corrupción política y económica, las desigualdades sociales, la pobreza extrema, los excesos del capitalismo, la explotación de la mujer, la pederastia, los atentados a la libertad de expresión, los abusos del poder, el problema catalán, entre otros, muy parecidos a los actuales aunque la sociedad sea tan diferente— son vulgares, casi marionetas, absolutamente prescindibles. Parecen más un obstáculo para el desarrollo del país que personas capaces de un cambio imprescindible. El propio autor tejió una biografía legendaria hecha de invenciones, falsificaciones y mentiras, a su gusto y medida que todos aceptaron. No es muy difícil establecer paralelismos entre aquella España y ésta, entre aquellos políticos y los actuales, ambas realidades tan diferentes, pero tan parecidas.
«En España, decía uno de los personajes de Luces de Bohemia, reo en la cárcel, el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero». El dinero o el poder, ejercido sin frenos ni escrúpulos. Lo que estamos viviendo en la política española en estos últimos tiempos es un esperpento donde un presidente basa su poder en una alianza con pequeños partidos de extrema derecha, nacionalistas e independentistas, enemigos del país del que forman parte, y que sólo le sostienen para conseguir que les ceda poder y dinero y donde todo lo fían a la inmunidad de sus actos. Un presidente que, además, forzado a declarar como testigo por las supuestas prácticas comprometidas de su mujer. Altos cargos que son cesados o destituidos bajo sospechas de corrupción. Una justicia presionada y sometida al poder político que la denigra y la califica de «fango», al igual que a los medios de comunicación. Un fiscal general desprestigiado, denunciado por parcialidad por la Unión Europea y señalado reiteradamente por el Tribunal Supremo que se aferra al cargo como si no hubiera un mañana. Un Tribunal Constitucional que da toda la apariencia de estar en manos del Gobierno. Un poder político que decide en complicidad con los sindicatos, pero sin acuerdo con las organizaciones empresariales y que despenaliza las injurias a la Corona o a la religión, pero que pretende perseguir a quienes critican al Gobierno. Excesos de todo tipo que generan impunidad.
«Digamos la verdad y que se avergüence el demonio», decía mi periodista de izquierdas de cabecera hace doce años, refiriéndose al entonces presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Divar, a la presidenta de la CAM, Esperanza Aguirre, a banqueros, incluido el gobernador del Banco de España. Que se avergüencen, escribía, «quienes gestionaron irresponsablemente bancos y cajas mientras se auto concedían retribuciones fuera de todo sentido; quienes se han negado y se niegan a someterse a normas de transparencia y quienes se aprovechan de esa opacidad para ocultar sus marrullerías, quienes han sido incapaces de cumplir con sus obligaciones públicas no sólo ya por corrupción, sino también por pura banalidad... Vivimos en una atmósfera de vergüenza... mientras que los causantes directos de esta situación pretenden que nadie les pida responsabilidades penales en los casos que sea procedente o políticas y cívicas en los que no». En este esperpento en que se ha convertido la política, guardan silencio los que pedían cabezas cuando gobernaba el PP y abusan sin límites del poder los que sostienen un Gobierno valleinclanesco.