Gracias al turismo y a la hostelería
La Encuesta de Población Activa (EPA) del 2º trimestre conocida el pasado viernes muestra perfectamente lo que suele ocurrir en esta época del año: crece la ocupación y baja el paro. Sin embargo, conviene hacer algunas puntualizaciones para entender mejor las interioridades que nos apunta esta encuesta. Por ejemplo, pese a la demonización del turismo, las trabas que se le impone y las que vendrán, una vez más salva los datos del trimestre. De hecho, tres de cuatro empleos creados lo han sido en el sector servicios; algo más de 60.000 tanto en la industria como en la construcción y muchos menos, 6.100 en la agricultura. Eso sí, si comparamos el aumento de la ocupación con lo ocurrido en 2023 se observa que se está frenando la creación de empleo en un 30% nada menos. Otro rasgo de la EPA publicada, pero tomando como referencia los últimos 12 meses, es que se ha creado más empleo femenino (254.000) que masculino (172.000).
En cuanto al paro, sigue por encima muy del 11% a pesar de todo. Disminuyó más entre las mujeres que entre los hombres y por sectores obviamente muchísimo más en los servicios que en la construcción, industria o agricultura. Entre los que perdieron su empleo hace más de 1 año, según datos aportados por USO, el paro descendió en algo más de 17.600 y aumentó en casi 15.000 entre los que buscan su primer empleo. En todo un año, el número de parados descendió en casi 53.000 personas, apenas un 1,88%. Hay que añadir que "mejora" en casi 110.000 la cifra de hogares donde todos sus miembros están en paro, aunque aún se acercan a los 870.000. Los números varían y no poco si lo que tenemos en cuenta son los datos desestacionalizados, ya que muestran un nítido frenazo del aumento de la ocupación y del desempleo.
Se entiende muy mal que el Gobierno y miles de ciudadanos estén en una lucha contra el turismo, de momento una fuente inagotable de ingresos y empleo. Se habla mucho desde hace demasiado tiempo de cambiar el modelo productivo de España, pero nunca concretan nada y menos cómo se resarcirían las cuentas y las estadísticas en un país de servicios y poca industria. Lo que debería alegrarnos es que tanta gente quiera venir a nuestro país a pasar sus vacaciones y a gastar y que las empresas del sector puedan contratar a pesar de las mil trabas y regulaciones que no paran de imponer, muchas de las cuales han logrado que los costes laborales se situaran el año pasado en máximo histórico.