¡Que m’asfixio!
Más parece este aire vómito de hoguera que calor cristiano, aire que abotarga el pensar, reseca el gañote y empantana con chorro de sudor el tarro y esa sobaquera que acaba oliendo a chatún, el ibérico perfume de lana mojada de ovejo y cebolleta podrida. Qué calor, reburdia en fatigas el mujerío de esta «capital del invierno» que tituló Marga Merino, paisanas que en los abriles desabridos clamaban por el calorín y ahora hacen novenas a san Gelato de Laponia para que corra algo de brisilla fresca que ni de madrugada tiene ya billete para refrescar algo los pisos que duermen con todas las ventanas abiertas esperando alivio el que no pega ojo. Estos días están trayendo a la península y a estas alturas norteñas temperturas de ¿récord? que ralentizan el paso y hasta el vivir, aun teniendo aquí el leonés una tierra agraciada por el clima con un impagable y gratuito «aire incondicional», cuyo aparato parece ahora esferulado sin técnico a la vista que lo arregle. Como que si viera estos calores de plomo derretido García Márquez volvería a decir como en «El general en su laberinto»: Hace tanto calor aquí, que las gallinas ponen los huevos fritos , aunque el refranero le recordaría que «Julio normal... seca todo manantial».
Pero ¿a qué tanto decir temperaturas históricas las de este año? Al César, lo que es del César, y al cambio climático (no menos cierto), lo suyo; no se haga comodín para explicar lo ya escrito: El 30 de julio de 1876 Sevilla registró 51 grados y Madrid 44; y el 17 de agosto de 1957, «el más caluroso del siglo» dijeron entonces, se alcanzaron los 50 grados en La Mancha. ¿Quizá es que con el calor la memoria se hace sopa?... También cabe que viviendo hoy climatizados se nos ablande el aguante de cuando con sólo abanico y botijo resolvía España mal que bien sus infiernos. Y sabiendo también que desde que se inventaron el aire acondicionado, la máquina de cortar fiambre y el bidé, ni el verano sabe a verano, ni el jamón sabe a jamón, ni el marisco sabe a marisco, dice el mal chiste. ¿Musha caló?... pueh quiyo, lentitú y túmbate a la zombra.