El puño y la rosa
Emiliano García Page se presentó en el atril con la rosa a modo de arma ofensiva. Así fue entendido en la Moncloa. Al fin Pedro Sánchez aludió directamente al díscolo de la Mancha. Lo raro sería que García Page hablara bien del Gobierno, vino a decir un Sánchez con la sonrisa mal atornillada a la cara. Sonriente porque todo va muy bien. Como un tiro va la economía. Como un tiro va a ir para todos los españoles que Cataluña sea menos solidaria. Un tiro en el pie, piensan muchos que se ha dado Sánchez. Podría ser, pero olvidan que el presidente del gobierno es un ciempiés. Va dejando el camino sembrado de botas y zapatos agujereados. Pero hace camino. «Hasta aquí», ha dicho García Page esgrimiendo la rosa.
Hidalgo manchego, con más pinta de Sancho que de Quijote, Page ha espoleado el rocín contra el molino de viento de la Moncloa. No ve visiones, sabe que el molino lo maneja el gigante Sánchez, pero la mancillada dama Solidaridad reclama el esfuerzo de este paladín achaparrado y tozudo. El encantamiento de Pedro Sánchez es grande. Transforma las certezas de ayer en viento y las muda por sus contrarias sin que le tiemblen ni el pulso ni la voz. Tiene, además, a los mesoneros ministeriales haciéndole coro, todos a una, para reforzar el encantamiento y hacer creer a la gente común que la política no es otra cosa que eso, un mudar de opiniones y acomodar la palabra dada según sople el aire de la conveniencia.
Todo por la convivencia. O por la conveniencia. Hasta pisotear la rosa, según ha declarado García Page. Así que él se presentó en el atril con una flor inmaculada. Patrón de la Barataria manchega que no deja de incordiar a su señor y que quiere promover una revuelta para que el pacto con Esquerra —si es que hoy las bases aceptan la propuesta poco explícita de Sánchez— encalle en el Congreso. No está solo Page. El cura Felipe González, el barbero Guerra, unos cuantos responsables de ventas y mesones autonómicos del puño y la rosa andan removidos e indignados. No quieren pagar el nombramiento de Salvador Illa con su sangre. Transigieron con la amnistía a cambio del Gobierno porque en ese asunto no les iba la bolsa, solo un poco de bilis. El abracadabra del presidente, su facilidad para la mutación, solo es fácil de seguir si hay roce ministerial o existe la fe socialista en el más allá. En el más allá de las palabras dichas y retorcidas como pescuezo de gallina que va al puchero del poder. Page cabalga rosa en ristre contra el molinero.