¡Jodíos profetas!
Aciago el último miércoles. Anunciaban pieles de oso y cosecha de medallas, pero el oso daba zarpazos y la sequía de metales fue total. El periodismo deportivo se pone gloriosito y cantamañanas si España compite. ¡Y cuán gritan esos malditos, majestad... Ya no hay locutores ponderados ni voces maduras de las que antes retransmitían los deportes en teles o radios donde hoy rige la voz que tira a chillona, la boca bombo-lata o el graznido eufórico de corneja altanera... altisuenan sin cesar, elevan el tono pasional y se les ve la oreja y el bando, agitan al público, a veces truenan y a menudo son barullo. De esto va hoy el negocio en la información deportiva, hay gran competencia y el índice de audiencia expulsa del rollo a quien no ponga ahí voz de grada, un campanario y un patíbulo. Y después, las tertulias, guirigay su gasolina y el micro secuestrado por cagasentencias y verborreicos. El espectáculo manda. Y manda más el que paga. Así va la cosa, una pena. Son de añorar, pues, las viejas voces. No buscaban enervar ni Matías Prats fue tan fantasioso y casero. Se las echa de menos.
Pero lo irritante es que se empeñan en pronosticar, ¡tienen estadísticas!, y segundos después la realidad les abofetea. Muchos locutores están doctorados en gafura y tienen mucha culpa en goles inesperados, gatillazos y derrotas. Se ve sobre todo en estas Olimpiadas. Se les llena la boca de augurios-globito, hablan desde una pasión pánfila y la cagan en modo noria por hablar de lo que no conocen. Lo dice Paul McGrath, la última perla de la marcha española: Me ofusco con los periodistas de fútbol que ahora hacen los Juegos . ¡Y cuánta palabrería sobra en las retransmisiones que se obligan a rellenar con paja, pijadas y ánimos! ¿Probó el lector a verlo con el sonido apagado? Confieso que lo hago y especialmente con no pocas de las nuevas locutoras tan masculinamente emperradas en imitar su vocinglería (hay una en el fútbol femenino especialmente chirriante y también profetisa enteradilla, qué tipa; en vano exigen las redes que se vaya a cantar boletos a una tómbola).