Diario de León

Hojas de chopo
Alfonso García

Publicidad en verso (1)

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Viajar es una realidad relativamente reciente, que, por supuesto, ni de lejos se atisbaba en los tiempos de las infancias de quienes andan más cerca de los ochenta que de otra cosa. En aquella vida entonces de estilo fundamentalmente rural, viajar a la capital era un verdadero acontecimiento motivado por razones extraordinarias. Así es que el viaje se preparaba con tiempo y con el necesario acicalamiento que la ocasión requería, pues, sin duda, pasaría a formar parte de la historia personal, al menos durante un tiempo. Si no todo el pueblo, sí la mayoría -no digamos los compañeros de la escuela- conocía la disposición del viaje hacia las maravillas de la ciudad. Ya nos encargaríamos de contarlas, creo que más que otra cosa por generar la misma envidia que provocaban otros en las mismas circunstancias. La inaudita experiencia para la chavalería de los pueblos daba de sí para más de un día.

Los que llegábamos de la zona de Gordón y limítrofes lo hacíamos generalmente en tren, una verdadera odisea de carbonilla. Recuerdo lo primero que vi en la estación capitalina, impreso en un cartelón de buen tamaño: «Camisas como las de Sabugo/ jamás en León las hubo». Y también: «Qué buenos, qué bonitos, qué baratos/ vende Prieto los zapatos». Aquella musiquilla rimada nunca la olvidaré. Cuando después pasaba por los establecimientos de referencia, siempre acompañado de mi madre, la identificación del comercio y la publicidad me llenaba de emoción, abriendo bien los ojos para no perder detalle de los escaparates. Una auténtica revelación.

La publicidad en verso, tan rica y de época, abre todavía hoy infinidad de posibilidades para el conocimiento y el estudio de aquellos tiempos. Algunas referencias hay en la Guía cómica de León, de Bujía y Lamparilla. Otras muchas, en prensa escrita y radio. No pocas llegan por tradición o por casualidad. Mi padre llegó de jovencito a León como chico de los recados y repartidor en bicicleta sin frenos, del Economato Madrileño. Después, guerra pasada, volvió a su querido Santa Lucía definitivamente, y siempre me recordaba, entre tantas otras cosas, que «Si quieres comer barato,/ compra en el Economato». Hablando de comer, no echen en saco roto esta recomendación tan de aquí: «Si quieres llenar la panza/ y tener cara redonda,/ vete a comer a la fonda/ llamada La Confianza ». Pues eso. Quién se iba a resistir ante tales reclamos publicitarios.

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