Frío democrático
Muy mal le sienta a mucha gente mayor (más si va achacosa, lo habitual) esta caló que les achucha el pecho y, si hay que subir cuatro peldaños, se quedan con menos fuelle que un jilguero. Alguno lo paga caro. Las cifras de muertos por olas de calor ya van en informes y estadísticas y de paso contagian a los medios que en verano flojean de asuntos con la peña política cascando globitos o cascándosela por ahí. Una cifra para asustarse: en sólo julio, la gente muerta en España por exceso de calor ascendió a 771 víctimas. No tienen nombre, sólo son cifra. Puedes llamarlo terrorismo climático y quedarás más tranquilo, la culpa no es tuya, es de otro, claro.
Pero... ¿cómo muere la gente por ola de calor?, ¿y dónde muere?, ¿en hospital, fulminado en la calle, tomando vaso de agua fría como Felipe el Hermoso?... es probable que algunos hayan muerto en el piso donde viven solos y hasta quince días después nadie se entera. Pienso en Córdoba, Albacete, Badajoz, Jaén, Madrid, Valencia, La Mancha... llevan ya demasiados días resoplando con 40 grados que de noche sólo bajan a 30. El infierno. También se queja medio León, pero aquí la calora extrema llega algo floja de tanto joder al sur ibérico. Y se quejan sindicatos, hospitales o servicios del calor insoportable, imposible cumplir sus funciones, ¡aquí!, en la Capital del Invierno que ahora compra veranos como este de mucho torrar y maldecir. Imagino entonces a ese sur recocido, el sol en victoria, la sombra en derrota. Sin embargo, este calor importa menos a quien vive o trabaja con aire acondicionado; y el que no, toma el fresco yendo a tiendas o cafeterías. Y pienso de nuevo en ese anciano o viejita que van totalmente solos a la muerte boqueando. Sin duda no entraron ni en la lista de dependientes para recibir atención pública. Quizá un acondicionador les hubiera librado. El derecho al calor es sagrado, pero... ¿y el derecho al frío?, ¿no es también deficiencia energética?... Se ruega que alguna institución les ponga un aparatito de aire fresco o maldecirán al ver que el frío artificial tampoco es democrático.