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EL MIRADOR
Carmen Tomas

Cerrado por vacaciones

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Si nadie lo remedia, Salvador Illa será el nuevo presidente de Cataluña a cambio de la mayor infamia que haya cometido un gobierno en todos los años de democracia. Cierto que los cambios radicales que Sánchez ha concedido al independentismo catalán para seguir en el poder tienen por delante un camino largo y no precisamente de vino y rosas. Sin embargo, hemos asistido ya a tantas concesiones que parecía imposible superarlo. Pero, todo es posible con Sánchez. Sin lugar a duda, este giro es el más sangrante, porque se carga de un plumazo la igualdad entre los españoles y nos lleva directamente a un Estado confederal en el que Cataluña será un estado soberano e independiente. Darle la caja del tesoro, en este caso la recaudación, gestión e inspección del 100% de los impuestos, es eso y no el camino a un estado federal, como asegura el argumentario con el que de nuevo quiere «engañarnos» el Gobierno.

La realidad es que, si este acuerdo se materializa, el agujero en las cuentas públicas sería superior a los 50.000 millones de euros, dinero del que no dispondrían las Comunidades Autónomas y que habría que sacar exprimiendo a Madrid, subiendo impuestos o emitiendo deuda pública, algo complicado ahora que han vuelto a estar vigentes las nuevas reglas fiscales de la Unión Europea. De un plumazo habría que cambiar la Lofca, retorcer el régimen común de financiación, la Constitución o la Agencia Tributaria. Es cierto que al Gobierno le faltan votos, unos 30, para lograr la mayoría absoluta necesaria. Pero, ese no es el tema. Lo mollar y alarmante es que el presidente del Gobierno está dispuesto a hacerlo, lo ha firmado, se ha comprometido a darle a Cataluña el estatus de estado por la puerta de atrás por soberbia, arrogancia y deseo obsesivo de permanecer en el poder al precio que sea.

Mientras esto sucede a espaldas de los ciudadanos con los que no se piensa contar (ni siquiera se está en consultar a la militancia socialista) los que pueden se han ido de vacaciones con ahorros o a crédito y una gran parte del Gobierno también. El presidente, el primero. ¡Qué más da si los trenes no funcionan, si no hay médicos suficientes, si me tengo que endeudar para hacer la compra o descansar un fin de semana, si mi hijo no encuentra trabajo, si me han ocupado la casa o el inquilino no me paga, si no puedo pagar un alquiler? Estos problemillas no van a suponer que el «súper abogado» Oscar Puente esté jugando al golf, que la ministra de Hacienda esté desaparecida o que Bolaños se haga videos promocionando a su peluquero. El Gobierno ha cerrado por vacaciones y sálvese el que pueda.