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Hojas de chopo
 Alfonso García

Publicidad en verso (y 2)

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E l tema da mucho de sí e invita a la curiosidad y el rastreo, con lo que se satisfacen, además, no pocas curiosidades. ¿Qué dicen, por ejemplo, de aquella mítica y bañezana Embrocación Hércules, de aplicación muscular tan deportiva? Tiene su propia y larga historia, además de su singular publicidad.

En el orden estricto de la publicidad versificada los recursos son ilimitados, sin detenerse en comparaciones de alto rango, como esta: “De este pueblo de timbres altaneros, / están entre los Reyes inmortales / Alfonso quinto, el de los buenos Fueros, / y Eustasio Nalda, el de los buenos chales”. Más de andar por casa, o por Ordoño II, la constatación de los Almaneces “¡Ridruejo!... ¡Ridruejo!... / que tú vendes, que tú ganas, / es ya viejo…”.

Ocurre con frecuencia que priman las razones gastronómicas, como esta curiosa invitación: “Buenas monjas aquí están / y dulces como la miel / buen chocolate te dan. / ¡Y aún no engordan con él / ni el “sacris” ni el capellán…”. Más genérica es esta otra, que incide con fuerza en un popular producto de la tierra: “¡Ay!, Lupercio de los Llanos, / hombre bueno entre los buenos, / tus chorizos soberanos, / rollizos, sanos y magnos, / honran al Puesto los huevos”. Fortalecer métrica y rima produce algunos desajustes, pero sirve al propósito.

Sirve, y creo que muy bien, al propósito la insistencia repetitiva de un jabón, al parecer omnipresente, en tiempos en que la limpieza y la higiene se fortalecen. El final es muy curioso, con dos versos que parecen definitivos, por sorprendentes. Este es el texto: “Socram, producto celeste: / Norte, Sur, Este y Oeste. / Socram, hoy día el mejor: / limpia, brilla y da esplendor. / Socram, todo periodista / nunca lo perdió de vista. / Socram, el de venta sin igual, / lo compran las de Ferral. / Socram, no creáis que miento, / se usa en el Ayuntamiento. / Socram, digno de atención, / se usa en la Diputación. / Socram se salió de quicio / y fue a parar al Hospicio. / Socram, usad a porfía / y dejaros de lejía. / Socram, sin vacilaciones, / es el rey de los jabones. / Socram, quita sin pasión / las manchas del corazón”.

El recorrido no tendría fin. Seguro que cada uno puede añadir más a la lista. Sería bueno para que no se pierda otra parte de la memoria. Y para disfrutar, qué duda cabe, de la originalidad publicitaria, uno de los elementos más potentes hoy, pero más cambiantes en el tiempo.