Diario de León

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M e pido medalla. Me vale una de latón. Vi toda la ceremonia de clausura de las Olimpiadas. Toda, tres horas. Pero no me pesaron, a gusto iba maravillándome y tomando nota de la impecable organización, deslumbrante montaje y el asombro de una ciudad y nación dando un do de pecho más sonoro que el de la Caballé en Barcelona-92. Mandó el espectáculo, muchísimo espectáculo. Mandó el detalle. Y la emoción. Y que concluyera con una hispanofrancesa (la alcaldesa de París) entregando la bandera de los Juegos a otra mujer (alcaldesa de Los Ángeles) confirmó a las mujeres como protagonistas señeras en esta edición del suceso deportivo más visto por el mundo alante: por primera vez en la historia olímpica se dio paridad de género entre sus participantes . Y que no se viera una botella de plástico (sólo termos) en toda competición para no enguarrar más esta vida planetaria debe tomarse como ejemplo y lección: ¡Sí... se puede! Y si ya la ceremonia inaugural dejó ojiplático al mundo con su despliegue y sofisticados atrevimientos éticos y políticos ( liberté, égalité, fraternité ), la de clausura fue un malabarismo coral y un explosivo teatro de luz coreografiada (París es la ciudad de la luz y epicentro del Siglo de las Luces), de elegancia, de imaginación y de alegría. Han sido sin duda los Juegos más espectaculares que se hayan visto (hasta su grandeur fue legítima) y un reto provocador para que Los Ángeles eche en 2028 su cine por la ventana (ojo, lo hollywoodiense acecha y chulos son un rato largo; picaditos han debido quedarse ante tanto alarde; el listón de París está en las nubes).

Y si proclamo aquí mis simpatías por lo francés antes que por lo inglés, que también es de admirar, no pediré perdón (León en catedrales, viñas y monasterios es francesona; cuestión de gratitud, pues). Y no podré despedirme aquí sin decir que no pocos vocingleros narradores deportivos de Rtve que altisonaron a modo tienen su guantazo; y los profetas del comité español anunciando un cesto de medallas, otro; lo suyo fue una grandeur por el culo.

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