De vacaciones
A mí no me parece mal que los políticos se tomen vacaciones. El país sigue funcionando sin ellos. No suelen cogerlas largas por eso, por si los ciudadanos se dan cuenta de que el país sigue funcionando sin políticos que tensen la situación. En Italia durante muchos años han tenido largos períodos de gobiernos en funciones, sin poder para tomar muchas decisiones, y el país no empeoraba, todo lo contrario, respecto a las etapas en que había un gobierno. Cuando un presidente argentino preguntó a la madre del cantautor Jorge Cafrune qué quería que hiciera por ella, su respuesta fue un ejercicio de sabiduría: «Con que no me joda tengo bastante». Otra cosa es, por ejemplo, quién paga las vacaciones de los políticos. ¿Por qué tenemos que pagarlas los ciudadanos? Entiendo, incluso, que en algunos casos elijan lugares propiedad del Patrimonio del Estado por razones de seguridad. Pero ¿por qué tenemos que pagar nosotros todos sus gastos y no ellos, como hace cualquier familia normal?
Dice Emilio Lamo de Espinosa que la política ha fracasado y que el problema son los políticos y los partidos, seguramente porque la política la hacen solo los partidos y los políticos y la sociedad civil mira para otro lado y los deja hacer. No es sólo culpa suya, sobre todo es nuestra. Pero Lamo de Espinosa añade algo que debería hacernos reflexionar: «las democracias modernas mueren desde dentro, se suicidan». Eso lo han entendido muy bien los independentistas catalanes, después de fracasar en su intento de golpe de Estado. Se dieron cuenta de que aquello era imposible y que, sin embargo, podían inducir al Estado de Derecho y a la nación española al suicidio. Aunque para ello necesitaban cómplices. Y los encontraron.
Lo malo no es que los políticos se vayan de vacaciones. Lo peor es que en septiembre vuelven y, seguramente, firmes en su decisión de machacar al contrario y no pensar en el interés de los ciudadanos.