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HOJAS DE CHOPO
Alfonso García

Medidor de pedos

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Casi nada es previsible. Las noticias que nos invaden, de poca consistencia frecuentemente, llegan a veces dejándonos sumidos en la perplejidad, al menos hasta asumirlas y normalizarlas. Es el caso de esta que llega desde Dinamarca: el país escandinavo cobrará a los ganaderos, a partir de 2030, por los pedos de sus vacas, ovejas y cerdos. La razón reside, según explican, en los gases de efecto invernadero que emiten las flatulencias de estos seráficos animales, de tan lúcida gastronomía por otra parte. Al parecer sus necesidades fisiológicas desprenden cantidades notables de metano. Cada vaca, por ejemplo, produce aproximadamente seis toneladas de CO2 al año, a razón de 100 euros por tonelada. Echen números y seguramente algunos dirán que la carne es cara. La culpa la tienen los pedos, de momento.

Los daneses, muy educados y ecológicos, sellaron un acuerdo. No otros países, caso de Nueva Zelanda. En España se ha abierto el debate, en especial en Galicia, que cuenta con el 41 % de las vacas lecheras del país. Los gallegos, tan carismáticos e imprevisibles ellos, han pensado, de momento, en cambiar la dieta de los animales. Uno sospecha que sea una especie de menú del día, aunque sin especificar alternativas de elección.

Empieza a estar claro que también hay una ciencia del pedo, ese “aire comprimido que sale por el… metiendo ruido”, según ingenua definición de cierta antigua chavalería. Lo cierto es que tal ciencia progresa adecuadamente.

No se sabe con absoluta precisión en qué medida la pedorrea humana es contaminante, aunque sí tiene efecto en el calentamiento global. Para alivio de la especie, menor que el de los otros animales. Así y todo, me cuentan que entre las bambalinas del aire, de los aires y vientos mejor, un par de conspicuos munícipes lejanos andan dando vueltas al asunto para incluirlo en las Ordenanzas. Lo que ocurre, en principio, es que la casuística complica las cosas: que si un microchip instalado en salva sea la parte, que si una doble medición (ruido-intensidad y olor), que si aviso en colorines en el segundo caso, que si el pedómetro ha de ser de alta definición, que si han de instalarse pedódromos en varios puntos con artefactos de absorción y conversión en energía de los aires interiores —a cualquiera se le supone esta debilidad con frecuencia disimulada—, que si tal cantidad, u otra, para las arcas públicas, dependiendo de esos factores…

El etcétera es largo. Como la debilidad humana: lo dicen ellos, que, al parecer, usan silenciador.