Cerrar

Creado:

Actualizado:

Pisar con cuidado, a izquierda y derecha, según el maestro Bresson, es la mejor forma de andar por el mundo. Otra cosa distinta es pisar a todo el mundo, sin ton ni son. Eso tiene otro nombre. Un nombre maldito que no conviene evocar a menudo. Solo los intocables se comportan así. En Chicago, hace un siglo, el intocable era el gánster psicópata Al Capone, no el poli pringado Eliot Ness. No había modo de atraparlo por sus crímenes. Al final lo cazaron, ironía moderna, por estafar al fisco, delito supremo.

En España hoy, el intocable vive abunkerado en la Moncloa, atacando con soberbia y rencor a quien se opone a sus desmanes. La corrupción de su entorno es grave y la ineptitud de su gobierno inaceptable. El episodio folletinesco del amigo catalán es tan ridículo que solo merece comentarios cómicos. Quién no ha soñado alguna vez con tener un amigo rarito como Puigdemont con el que ir al cine a ver una peli de superhéroes cutres tipo ‘Deadpool y Lobezno’, ese engendro para descerebrados, perdón, esa genialidad artística para superdotados. Así actuó Sánchez hace dos semanas para celebrar su felicidad y estrechar lazos con el prófugo. Mejor reír, para no volvernos locos, fachas de atar, como pretenden sus secuaces.

Las lacras políticas más nocivas del mundo hispano, como muestra Venezuela, son la ineficiencia y la pulsión autoritaria. Maduro era un tirano en pos de una fachada democrática y le salió mal la jugada. El dictador chavista está desnudo ahora y las maniobras insidiosas de ZP en la oscuridad para legitimar el fraude son indignantes. Con esta izquierda no hay forma de entenderse. Contra el Imperio vale cualquiera, la China confuciana, la Cuba castrista, el Irán chií o la Rusia neozarista, por homófobas o machistas que sean esas dictaduras. Al amigo americano, sin embargo, le roban el alma puritana, importando la corrección política, las ideologías del género y el transgénero y hasta la ‘madre’ californiana que las parió a todas en un portal académico de la Universidad de Berkeley. Toda confusión de categorías es válida con tal de que sirva a sus propósitos de perpetuarse en el poder.

Ahora bien, conocer la situación no significa, por desgracia, que podamos controlarla, o actuar sobre ella con alguna eficacia para cambiarla. Así está el mundo, fuera del alcance de nuestros deseos. Palestina, Ucrania, Venezuela, tantos y tantos enclaves de horror y dolor. Si me preguntaran quién gobierna el mundo, sin ser creyente, respondería: el diablo, probablemente.