El oficio de mentir
Le llaman, es su oficio, de las más diversas maneras con tal de no decir lo que es y lo que son. Ella es la mentira y ellos los embusteros. Lo hacen muy bien. Nos engañan y nos vuelven a engañar y estamos ya resignados no solo a que lo seguirán haciendo sino que les seguirá saliendo bien y a perpetuidad.
El truco es viejo. Tanto como la humanidad. Se trata de ocultar los hechos y utilizar las palabras para envolverlos de tal forma que acabemos degustando la mierda como el más exquisito manjar. A ello dedican todo su esfuerzo, en ello emplean todos sus medios y recursos y nada les distrae de esa tarea. En nada más piensan y en nada más se ocupan. Es en lo único que están y ni por un segundo pueden bajar la guardia. Eso es algo que el impostor no puede permitirse jamás. Sería su final.
Mentir, y en política más, es en cierto modo inherente a la «profesión», se ha mentido siempre y libre de esa culpa no hay nadie y, si alguien pretende negarlo, esa es ya una más. Pero en ello hay categorías y grados y ahora hemos alcanzado ya un listón tan elevado que se diría imposible de superar, pero lo que resulta es que cada día se logra y aún más. Ya no solo no sorprende sino que se asume como normalidad. Y hasta como aplaudida «virtud».
El oficio está, de hecho, tan prestigiado que se dan clases de ello y se otorgan títulos de tal. Hay una incontenible riada de gentes que se aplican a tal labor. Llamándoles de otra manera, claro, pero con ese exacto fondo y esa decidida intención. De lo que se trata, hablando en román paladino, es de meterla a doblada y que aplaudamos ademas. Se puede afirmar, y en esta ocasión con verdad, que no hay carrera con más salidas ni mayor numero de aspirantes a conseguir en ella colocación. Como se les llame es otra cuestión, hay más denominaciones que termitas, aunque suele ser un indicativo que lo hagan en inglés. Toda una marca de la casa.
Pero eso, en realidad, eso es para aprendices y advenedizos. Los grandes y en los momentos solemnes lo hacen en español. Y lo hacen fantásticamente bien. La última, que me tiene maravillado, es como han conseguido que al robo más descarado y doloso a todos nuestros bolsillos para entregarles a los separatistas su más ansiado botín le hayan bautizado como «financiación singular» y con eso ya está. Progresista y bendecido. Las bandadas de papagayos y los corrales de cacatúas se han lanzado a pregonarlo por toda la selva y el coro de chicharras aplasta en las redes la mínima voz que ose contrariar la consigna.
¿Cual será la siguiente?. Pues me parece que ya están en como van a bautizar al Referéndum de Independencia para Cataluña donde nos roben el voto a todos los demás.