Otra mirada
Edificio Astorga, 17
L eón, marzo de 1977. José Carlos Reguera Álvarez proyecta este inmueble para la Empresa Constructora de Castilla S.A. en un solar de la calle Astorga lindante con el ferrocarril, cuyas obras llevó a cabo con Jesús Carazo Villalaín y Vicente J. García Sánchez como aparejadores. Haciendo gala de su innegable habilidad para optimizar los aprovechamientos, Reguera guardó las distancias mínimas a la vía férrea, situó el edificio retraído respecto a la calle, y lo levantó con estructura de hormigón sobre un sótano para sala de calderas, depósitos y aparcamientos. La planta baja con locales comerciales y la rampa del garaje junto a un portal con escalera y ascensor para subir a cuatro plantas totales con 8 pisos, y dos parciales con 2 viviendas más, articuladas entre la fachada principal y un pequeño patio posterior hacia el ferrocarril. En la base, accesos y locales. El cuerpo principal aparentemente simétrico, con un paño central de ladrillo pardo “tipo Puig” y un destacado machón de hormigón visto marcando el eje de un bloque centrado, cerrado, escalonado y levemente volado que arriba exhibe profundos vanos recortados con vocación abstracta junto a ventanas de esquina entre piezas prefabricadas de hormigón y terrazas -hoy todas acristaladas-, protegidas con barandillas de perfiles metálicos que en parte continúan sobre otros antepechos también preelaborados de las mismas terrazas que se prolongan pegadas a las medianeras para “acrecentar” la superficie de fachada y terminar en jardineras integradas, conformando atractivas franjas moduladas que contrastan con el fondo de ladrillo pardo de los paredones medianeros, y parecen abrazar el vacío del atrio que delimitan… Hormigón bruto y rugoso en grandes piezas prefabricadas, ladrillo visto en tono oscuro, acero en las barandillas y aluminio en las carpinterías… Materiales tal y como son, dispuestos con sinceridad constructiva y buenas dosis de experimentalismo formal, jugando con la seriación y las texturas para realzar su apariencia de objeto escultórico, potenciando su carácter Brutalista y ese Expresionismo, sin duda manierista y casi barroco, que caracterizaba la arquitectura de José Carlos Reguera a finales de los 70.