Libro a contracorriente
Hay libros ante los que sientes un irrefrenable deseo de darles las gracias por existir, incluso antes de haberlos comenzado a leer. A ellos, a sus autores y a quienes los han editado. Tal sentimiento previo de gratitud proviene de que intuyes la dificultad que ha habido en su escritura y en la edición, su existencia parece contraria a todo criterio editorial práctico… salvo porque sus páginas enriquecen a los lectores. Estoy leyendo —poco a poco— uno de ellos: «La presencia de María Magdalena en la poesía popular y culta de los siglos XVI y XVII», en edición crítica de Jordi Aladro, para el Instituto de Estudios Auriseculares y el grupo GRISO, de la Universidad de Navarra. Maravillosa antología de 576 páginas con el rastro de la amiga más querida de Jesús. ¿Un tema poco actual? No, puro presente eterno. Y quedará como tesoro de nuestra filología. Los informativos nos están hablando del horror de los bombardeos masivos, de crímenes machistas espeluznantes, de críos que asesinan… de malvados con poder absoluto… ante esto, ¿tiene sentido antologar poemas escritos hace más de 400 años sobre una mujer que vivió hace dos mil años? Sí, todo el sentido. Gracias pues a este filólogo catalán, afincado en California, por este nuevo regreso a santa María Magdalena, por esta gran quijotada. El mundo necesita también todo aquello que parece no interesarle: libros que nos lleven contracorriente de los tiempos actuales, hacia la fuente de lo que nos dignifica. Pasan los siglos y ahí sigue el amor, pese a ser herido de muerte a diario.
En María Magdalena solemos estar mezclando a tres mujeres que llevaron el mismo nombre. Supongo que ni a ellas ni a Él le importa. Aladro lo explica bien en su introducción, donde además hace una proclama de su amor por el octosílabo, ese territorio compartido por la sabiduría popular española con la culta.
En la literatura también hay milagros, como en está canción de 1611: « ¿Quién como mariposa/ en estos ojos claros/acabará sus días postrimeros?/ Pues vivo solo en veros/es cosa conocida/ que en vuestra muerte muero…». Estupenda antología, que puedes abrir al azar y recibir luz de un verso olvidado y eterno. A contracorriente, pero a favor del viento imperecedero.