Terrorismo de puñal
El terrorismo de puñal en Europa y en otros lugares del mundo precisa de una respuesta policial eficaz con unidades especializadas en cada país compartiendo entre todos información y colaboración. También es imprescindible la cooperación con los servicios de información e inteligencia de países como Marruecos, Israel y Estados Unidos. En la actualidad, la polarización creada a raíz de la invasión rusa de Ucrania, con injerencias de Moscú en África y Oriente Medio, no solo impide que otros Gobiernos puedan colaborar para afrontar la amenaza constante de grupos terroristas como el Daesh o Al Qaeda, principalmente, sino que son promotores de acciones terroristas salvajes como el ataque del 7 de octubre de Hamás en Israel. Irán con sus grupos afines en Gaza, Cisjordania, Líbano, Yemen, Irak y Siria también ha movilizado grupos en la órbita de la inmigración argelina y siria en Europa.
El objetivo es siempre crear terror y desestabilizar todo lo posible a aquellos países occidentales que protegen a países árabes y musulmanes que son el verdadero objetivo de los terroristas. Desde los graves atentados en París, Bruselas o Barcelona, el desmantelamiento del Daesh en Siria e Irak y de Al Qaeda en Afganistán, la evolución de la amenaza, constante e impredecible se ha centrado en la acción de jóvenes captados en el mundo de la delincuencia, con problemas de identidad, falta de oportunidades y adaptación en la sociedad en la que viven, pero con mucho menos fanatismo. No se inmolan con chalecos llenos de explosivos, aunque son conscientes de que serán abatidos por los policías que puedan llegar a tiempo al lugar de su ataque.
Dos consideraciones a tener en cuenta. No demonizar la inmigración al atribuirle inseguridad y terrorismo. Los Gobiernos del viejo continente depositaron en la Unión Europea buena parte de la responsabilidad en abordar un fenómeno clave de la historia de la humanidad, hacer frente al movimiento de personas con políticas realistas, solventes y rigurosas que regulen y organicen la inmigración, incluidas las obligaciones a cumplir tajantemente por los que llegan.
Además, la necesidad más clara de recuperar un servicio cívico-militar para hombres y mujeres europeos donde, entre otras cuestiones de pedagogía sobre el respeto a la ley, las instituciones, las creencias políticas, sociales y religiosas en una sociedad multicultural o la convivencia interregional, se instruya en el uso de las armas, la defensa personal y los primeros auxilios que permitan a ciudadanos tener capacidad de afrontar un ataque con puñal y salvar vidas. Sin olvidar otra dimensión como la agresividad de la Rusia de Putin.