Diario de León

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Desde que murió Franco y la gobernación del país dejó de cocinarse en El Pardo (con sólo lentejas de «si quieres, las comes; y si no, las dejas») y se discuten hoy las leyes en el hemicisco de la Carrera de San Jerónimo (por cierto, ¿quién la ganó?), se habla siempre al final de cada verano del «otoño caliente» que viene. Así se hace rutina el titular que estos días nos arrebata en periódicos y medios: « El gobierno recupera su actividad en la antesala de otro otoño caliente ». ¿Otro más? Pues ya van cuarentaiséis. La cosa, pues, no entraña demasiada novedad y, por tanto, es menos noticia o noticia inflada, ganas de agitar el cotarro o de meter miedo, ese que también nos gobierna, ¡y cuánto!... ¿Otoño caliente?... No lo campaneen tanto, ¡favor!, y déjense de hinchar alarmas o expectativas porque será un otoño más, otro más, como lo fueron en realidad los que se han venido haciendo rosario y monotonía hasta ahora. La meteorología política se nos está haciendo carraca.

Como combustible para incendiar la estación se citan la comparecencia de Sánchez en el Congreso para explicar (a ver cómo, salao) la segunda fuga de Puigdemont o el solapado federalismo asimétrico que nos endilga, así como la explicación que nos dé la ministra Montero sobre el concierto catalán que para el resto de España sólo es desconcierto chirriante y guindilla al culo; o las maniobras políticas para aprobar una nueva Ley de Extranjería porque la crisis migratoria y el colapso-patera regala munición a la extrema derecha y al extremo populá; o la espada de Damocles que blande el catalanismo picudo como chantaje a la gobernabilidad de España amenazando mandar sus pactos a tomar pol rabo; o la reducción de la jornada laboral que amaga leches entre Sumayolanda y patronal; o los embroncados nombramientos pendientes de los presidentes de la Cnv, Rtve o el Banco de España... todo lo cual se reducirá a echar sólo leña a una hoguerita a la que cada cual arrimará su espeto de sardinas. Y al final, lo que repetía mi madre: « Todo quedó en lo hablado como en la escuela de Mora ».

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