Diario de León

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Ahí están renombradas, orladas o al gusto de cada cual en el elenco del periodismo femenino: Nellie Bly, Oriana Falaci, Josefina Carabias, Margaret Fuller, Annie Ernaux, Deborah Turness, Carmen Sarmiento, Ethel Payne, Rico Godoy, Margaret Bourke-White, García-Campoy, Oprah Winfrey, Nora Ephron... interminable lista que crece desde que las redacciones dejaron de ser cuartelillo varón y realidad burlada con alguna isla-mujer que hasta firmaba en hombre para que el machinecio no rehusara de mano su lectura. Y hoy aquí, inmejorable jardín también: Nativel Preciado, Pilar Cernuda, Rosa María Calaf, Julia Otero, Angels Barceló, Leila Guerriero... y más, y muy buenas. Pero si he de elegir a una sola para destripar fantasmas o colarme por las costuras del vivir, ni titubeo: Maruja Torres , que ni se apea del verbo-bisturí ni de su pértiga de saltar dogmas y tapias aunque algún idiota se apunte a jubilarla por atrevida. Con ella es imposible aburrirse, no abrir los ojos, no saber lo que no estaba escrito, no reírse o no ponerse el mundo por montera o de alfombra trapera sobre la que bailar la danza zamba del chamán o un swing muy apretao. Con Maruja y un botijo denme un desierto y lo cruzo.

Se la ve como nunca en su último libro, « Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo », prosa en vértigos, rediós qué consuelo, muy viva, y diría cantarina, sin pelos en la lengua ni en el chirri pelao de ir a bodas, curadita de espantos y sanísima de pelota, qué cabeza, cuánto le cabe, cuánto vivir viviendo y cuánto muriendo ( he llegado a esa etapa en que buscas a tus ex-novios en las esquelas de La Vanguardia )... y «libre, que te quiero libre», Maruja, tú dale, dale al tonto con la badila en los nudillos y al listo con el nudillo en el ojo, no hay burladero si miras al fondo o a los fondos y tu decir es a lo claro, bien clarito. Tu libro, te diré, me sabe a descapullar hispocresías y me deja en pelotas, pero me viste tu jovial decisión de vivir lo que nos toque en suerte. Aburro exigiendo su lectura a todo el que me cruzo. Parece pomada. Me lo es. Gracias, Marujísima.

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