Diario de León

Hojas de chopo Alfonso García

Lavanderas míticas

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En Sapiens el historiador y profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Yuval Noah Harari alude a la idea de que los humanos somos animales que se cuentan historias y además se las creen. Mucho más de lo que quisiéramos reconocer, los mitos y las leyendas están en la base de la percepción del mundo. Nuestras más firmes convicciones tienen a veces su origen en fábulas.

Quienes hayan vivido o vivan junto a ríos y arroyos conocen, sin duda, las lavanderas, aunque reciban también otros nombres, ese hermoso pájaro saltarín entre piedra y piedra que sobresale del agua, pequeño y elegante, con la cola siempre en movimiento, de tonos blancos y grisáceos. Frecuentan, como digo, riberas de ríos y arroyos porque buena parte de su alimentación se basa en larvas de insectos acuáticos y peces diminutos. Como no podía ser de otra forma, su vinculación mítica está asociada a encantamientos, hechizos y brebajes de amor.

Pero hay también otras lavanderas junto o en algunos ríos y fuentes. Lavandeiras posiblemente mejor, por estar más arraigadas, aunque poco también, dentro de la tradición mitológica de Galicia, compartida con la mitología irlandesa, cántabra, asturiana y leonesa, en este último caso, y en otros, viviendo bajo las aguas del río Sil, donde dedicaban su tiempo a limpiar y pulir las pepitas de oro del curso fluvial. Entre otras actividades, aunque, como siempre ocurre, son notables las variaciones en función de la zona geográfica en que se enmarque la historia.

Con origen en la mitología celta, según la creencia popular, se dice, básica y fundamentalmente, que estas criaturas aparecen en las noches de luna llena —de ahí que sean llamadas lavandeiras /lavanderas de la noche— lavando sábanas manchadas de una sangre que no desaparece. Suelen describirlas como mujeres viejas, de rostro seco y arrugado, cabellos blancos y ojos rojizos. Su aparición es un anuncio de que la persona que la ve o algún miembro de su familiar perecerá en las próximas semanas. La ropa manchada de sangre es la de la persona que va a morir pronto. Si usted se encuentra con una de estas criaturas y le piden ayuda para escurrir o retorcer esas sábanas, hágalo en sentido contrario al que lo hacen ellas. Otra opción sería tentar a la suerte. O algo peor. Es una forma de escapar del peligro, a no ser —hay alguna joven, hermosa y picarona, dicen— que se enamore. Ya se sabe que nunca podemos saber con certeza en qué puedan acabar las leyendas.

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