TRIBUNA
¿Es Kamala Harris un ejemplo de empoderamiento?
El ascenso de Kamala Harris, primero a la vicepresidencia y ahora como candidata a la presidencia de los Estados Unidos, constituye un poderoso símbolo de empoderamiento femenino, racial e inmigrante; simbolizando la ruptura simultánea de esos tres techos de cristal. Encarna cómo nadie el sueño americano y nos muestra el camino hacia una sociedad más plural, diversa e inclusiva, desafiando las barreras históricas y sociales que vinieron limitando la participación de las mujeres y de las minorías en la política y en otros ámbitos de liderazgo.
Toda esta simbología es alabada y destacada por los medios de la mainstream, normalmente afines al Partido Demócrata, sin entrar en detalles sobre la capacidad, preparación y moral de la candidata a la presidencia; y mucho menos sobre su trayectoria personal ni los medios utilizados para ir escalando posiciones en un mundo tan competitivo y despiadado cómo el de la política estadounidense.
En primer lugar, es cierto que es hija de inmigrantes, pero de inmigrantes altamente cualificados que pertenecían a las clases dirigentes de sus respectivos países de origen. Sus padres son profesores universitarios y su abuelo materno era diplomático. No podemos hablar, pues, de orígenes humildes, como sería el caso del candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance.
Graduada en derecho en la Universidad Howard, una universidad privada de Washington D.C., empezó su carrera política y profesional cómo adjunta al fiscal de distrito del Condado de Alameda, en California, cargo que desempeñó entre 1990 y 1998.
En esa época mantuvo un romance con el polémico Willie Brown, el primer afroamericano en ocupar la alcaldía de San Francisco, casado y treinta y un años mayor que ella; quién sería, como él mismo reconocería más adelante, su mentor político.
La nombró para dos cargos, la «Junta de Apelaciones del Seguro de Desempleo» y la «Comisión de Asistencia Médica de California», por los que percibía importantes emolumentos, lo que le permitió llevar, desde joven, un lujoso tren de vida.
Brown, con múltiples amantes y una enorme red de influencia política, fue investigado en dos ocasiones por el FBI por corrupción y tráfico de influencias. La relación duró unos cinco años, antes de que Brown volviera con su esposa, pero le facilitó a Kamala toda una red de contactos que utilizaría en su carrera política.
Destacar que otro de los apadrinados de Willie Brown fue Gavin Newsom, actual gobernador de California, quien sonaba como posible competidor de Kamala Harris en la carrera por la nominación demócrata.
En 2004 fue elegida fiscal de distrito de San Francisco y, en 2011, fiscal general de California, cargo que desempeñó hasta 2017, año en el que fue elegida senadora.
Para triunfar en las elecciones a fiscal general fue decisiva la relación que mantuvo con Montel Williams, conocido presentador del programa de entrevistas The Montel Williams Show , quien facilitó su acceso a los medios de comunicación.
Hay quien le atribuye un affaire con Terence Hallinan, su antecesor en la fiscalía general de California, pero no parece ser cierto, como tampoco lo es que fuera novia del polémico rapero Diddy (Sean Combs), ni que participara en sus fiestas satánicas. En realidad, las fotos que se muestran en las redes sociales lo confunden con Montel Williams.
En 2014, con cuarenta y ocho años, se casó, por el rito judío, con Douglas Emhoff, un prestigioso abogado del bufete Venable LLP, que trabajaba para el mundo del espectáculo, hacía labores de lobby en Washington y mantenía estrechos vínculos con el gobierno de Israel.
Fue este «luchador contra el antisemitismo», que así es como en los Estados Unidos llaman al sionismo, quien impulsó su carrera al Senado y, posteriormente, su inclusión en el ticket electoral con Joe Biden.
Llegados a este punto, sólo nos queda abrir un paréntesis para la reflexión y cuestionarnos si es este el tipo de empoderamiento que queremos para nuestras hijas.