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León

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A caba de entrar en vigor la nueva ley de Paridad. Una tercera herramienta, después de la Constitución y la ley de Igualdad, de 2007, para acabar, teóricamente, con la brecha de la mujer en la política. La ley de Paridad impone listas cremallera —hombre/mujer o mujer/hombre— en las listas a todas las instituciones electas del Estado y en los municipios de más de 5.000 habitantes.

Las mujeres de gran parte del mundo rural ya estaban excluidas de este mecanismo para conseguir un mayor equilibrio de sexos en la gobernanza al ceñirse la ley de Igualdad a municipios de más de 3.000 habitantes. La excusa es sabida, dicen que no hay mujeres que quieran dedicarse a la política en los pueblos.

Es en los pueblos donde las mujeres —22,8% de alcaldesas en León— se están fajando con una realidad contumaz. La resistencia del poder masculino a ceder espacios. El calvario que están pasando algunas osadas en pueblos donde el monopolio de la caza excluye cualquier otra iniciativa solo lo pueden contar las mujeres que lo sufren. Armadas de coraje, del apoyo de vecinos y foráneos y de pleitos que les dan la razón a golpe de demanda. Y cansadas, con la salud quebrada y a punto de tirar la toalla.

Las mujeres del mundo rural que deciden dar un paso para mantener la vida en los pueblos son políticas sin cuota. Ese arma de doble filo que ha ayudado a que la mitad de la población arañe un poco de representación en las instituciones y que se utiliza para denigrar a las mujeres que osan meterse en política. Que si floreros, que si muñecas, que si no saben... Como si al 77% de hombres alcaldes de esta provincia se les hubiera hecho un examen de capacidad, competencia o de belleza.

Esto de dejar a las mujeres del mundo rural fuera de los mecanismos correctores de igualdad tiene dos lecturas. Una, que Madrid legisla para el entorno de la M-30 y poco más. El mundo rural les queda lejos y no saben ni cómo llegar. Y dos: que las mujeres de los pueblos tienen que llegar por sí mismas. Hace unos años cuando esto de la igualdad empezaba a hacer efecto, las alcaldesas de León se reunían para apoyarse. Con el tiempo se perdió. Todo parecía estar conseguido. Se perdió una red de apoyo porque, al final, los partidos tienen su maquinaria patriarcal muy engrasada.

La periodista y escritora Nuria Varela presenta este martes en León su libro Síndrome de Borgen. Por qué las mujeres abandonan la política . El otro día en el ascensor del edificio donde trabajo un hombre de otra oficina al que no conocía leyó el subtítulo en voz alta como sorprendido. Y dio su respuesta: «Abandonan la política porque son más honradas», dijo tajante. No sé si Nuria Varela está de acuerdo. Ella habla de violencia política. Y viene de antiguo. Urraca I, la primera reina titular de España y de Europa, que la sufrió en todas sus versiones para mantenerse y legar el trono a su hijo.

Por qué las mujeres del mundo rural están excluidas de las medidas de igualdad en política?

La ley de Paridad fija listas cremallera, con alternancia de sexos, en las elecciones para municipios de más de 5.000 habitantes