Diario de León
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Los indeseables que prostituyeron y ultrajaron a numerosas niñas en Murcia, empresarios de fuste y de gran ascendente económico y social, no pisarán la cárcel porque han llegado a un «acuerdo de conformidad» con la Fiscalía que consiste, básicamente, en quedar libres a cambio de reconocer sus monstruosos delitos. Las «dilaciones indebidas» al juzgar los hechos diez años después, han facilitado mucho al parecer, al obrar como atenuante, la impunidad judicial de los delincuentes.

A uno de los más señalados de éstos, el apodado El Petrolero, se le fotografió saliendo sonriente y ufano, a cara descubierta, del Juzgado. Dilaciones indebidas. Justicia indebida. ¿Tan complejo fue instruir el caso y señalar su vista como para alargarse hasta que las «dilaciones indebidas» lo dejaran en nada? A las niñas que esa gentuza enferma prostituía, todas entre 14 y 17 años, todas particularmente vulnerables por pertenecer a familias desestructuradas o carentes de recursos económicos, las van indemnizar, gracias a ese «acuerdo de conformidad», con unos pocos euros, ultraje sobre ultraje, como si el ábaco de la administración de justicia hubiera dado con la limosna exacta para compensar la destrucción de sus cuerpos sagrados.

Como empresarios que eran, supieron valerse de otra empresa, una subcontrata como si dijéramos, de prostitución infantil para satisfacer sus aberrantes deseos.

Los empresarios/clientes, de edades comprendidas entre los 68 y los 92 años, no tenían más que esperar a que la subcontrata les fuera proveyendo de «carne fresca». Y luego, hasta hoy, a esperar que las «dilaciones indebidas» y los «acuerdos de conformidad» hicieran el resto en aras de su impunidad.

Espantados con el caso Pelicot que está sacudiendo Francia, aquí tenemos nuestro particular horror en Murcia, que también está espantada y estremecida. Por lo que hicieron esos desalmados una década atrás con esas niñas, y por lo que está haciendo ahora la Justicia con ellas.

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