El tres, la magia
No sé por qué al siete se le tiene en tan alto rango como cifra redonda con sus significaciones cabalísticas o sagradas, el gran número definitivo si se dice setenta veces siete. ¿Quizá por ser siete las llamas del candelabro hebreo que nos transmitió tanto de lo judío que llevamos encima o demasiado adentro? Pero el 7 casa mal en sí, siempre queda uno fuera al emparejarse. Siete. Y como polígono, peor cuadra el tío: ¡¿heptágono?!...
Sin embargo, el tres es lo simple y grande. El 3 resuelve el barullo del 7, aunque también es multitud si hablamos de emparejarse (« El matrimonio es un pesada carga que sólo puede llevarse entre tres », Alejandro Dumas). Pero el tres es el asiento más estable (trípode) o es la Trinidad o es tiara de tres coronas, y, entonces, ese tres acaba lanzando destellos de divinidad fulminante o se hace potencia dogmática de Santo Padre aupado en silla gestatoria. Vaya con el tres. El tres, cantado además por un niño de San Ildefonso y cuadrándonos el Gordo, es también la rebimba y nos mece malos sueños y venganzas. Pero hay un tres inquietante: en Islandia las ovejas van siempre de tres en tres pastando a su bola porque no necesita pastor al no tener depredadores, lobos o águilas. Su número, 600.000, dobla el de habitantes. ¡De tres en tres! Rara vez no, pero el tres es usual, ¿misterio? Aquí no se ve tal; al ganado borrego lo gobierna el rebaño, lo mismo que a gentes, iglesias o partidos (¡son tan tonticas las ovejas!). Pero tiene una explicación; o tres: en Islandia van así por ser la madre oveja y sus dos corderos, los que tiene al año esa raza suya, la «Spelsau» noruega que llevaron los primeros pobladores de la isla. No hay más razón, pero otros dicen que son la oveja, el ovejo y, de carabina, la suegra, lo común en tantos casos. También un queer redicho y petimetre asegura que un día unas ovejas díscolas y muy frescas hicieron un trío campestre, ¡gran hallazgo!, y las demás, como borregas que son, las imitaron; y concluye su teoría con que los carneros también son hoy felices de tres en tres, que es a donde él quiere llegar.