Sánchez y su viaje ‘triunfal’ a NY
Participar como orador representando a tu país en las Naciones Unidas siempre tiene repercusiones... en tu propio país, que no fuera de él, donde habitualmente nadie hace caso al orador de turno ante el plenario de la Asamblea General. Sánchez, un mago de las ‘photo opportunity’, aprovechará bien su estancia en Nueva York, donde hasta una actriz afamada —Anne Hathaway— le entregará un premio por su lucha por la igualdad de las mujeres. Y donde, increíble pero cierto, el hombre que mayor contradicción ha mostrado desde un puesto público entre lo que anunció que iba a hacer y lo que luego efectivamente hizo, pronunciará un alegato... contra los bulos y las ‘fake news’. Una especie de huida hacia adelante, un viaje que se presentará —por que en cierta medida lo es— como triunfal y que oculta, aunque solo sea por unas horas, la realidad que Sánchez y su Gobierno viven en casa.
Siempre he dicho que hay que apoyar los viajes al extranjero del presidente de tu nación. Incluso cuando vaya a querer convertirse en campeón de la causa palestina, por un lado, y, por otro, de la lucha contra esas ‘fake news’ que, por lo demás, tantas veces nos llegan desde el poder, desde los poderes, hasta de la propia Moncloa, dicho sea con perdón. Paradójicamente, en el reino de la opacidad se instiga oficialmente a la regeneración de los medios, y casi recién llegado a Nueva York desde la patria de las ‘fake’, va su más eximio representante se afanó en proclamar a los cuatro vientos su cruzada contra el ‘pseudo periodismo’ de la ‘fachosfera’ y todas esas cruces con las que Sánchez nos va acostumbrando a cargar en cuanto disientes un milímetro de lo que es la línea oficial.
El caso es que luego hay que regresar a casa, donde todo son maniobras orquestales en la oscuridad para edulcorar conceptos intragables, disfrazar los hechos duros con un envoltorio lleno de colorines y, en suma, dar gato por liebre. Bien que el señor presidente de la nación acuda a los foros internacionales y se haga fotos con mandatarios del mundo proclamando su amor a la verdad y al afán regeneracionista; mejor sería, empero, que ambos, la verdad y el regeneracionismo, se practicasen más en casa, en lugar de limitarse a lanzar proclamas desde el extranjero, internacionalizando las obsesiones —esa cierta persecución a su mujer— íntimas.
La verdad no se resume en exigir que se trate con equidad y sin persecuciones judiciales a doña Begoña Gómez. La verdad es poliédrica, omnipresente, indisimulable, indivisible. Sin silencios. Sin distracciones. Sin acudir al ‘pan y circo’. Y menos aún a la persecución contra quien no comparte ‘mi’ verdad. Espero que esto, ya que habla más fuera que dentro, también lo diga el presidente de mi Gobierno cuando cite, como una de las amenazas a la democracia, los bulos que tantas veces nos hacen tragar a las gentes de a pie, a las que cada día, por cierto, alejan más de los coches oficiales, precisamente porque mienten.