Diario de León

Seguridad y derechos humanos

Arturo Pereira

Despiporre maduro

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Se suele afirmar que con la edad nos desinhibimos perdiendo progresivamente la vergüenza y temores que antaño nos acosaban y atenazaban. He notado con cierta curiosidad cómo articulistas, escritores y en concreto, amigos todos dedicados a las letras, ya de cierta edad, dan muestras de un liberalismo rayando en la filosofía libertaria.

Son hombres y mujeres de bien, quede claro el asunto, de relevancia en nuestra provincia. Bien armados intelectualmente y de pluma ágil que se puede convertir en un arma blanca o termonuclear según el momento y destinatario de sus cavilaciones y los méritos del ínclito en cuestión.

De buen vestir, buena presencia y aseo. Expresión oral, de bachillerato. Escrita, de toda época y a la vanguardia que para eso algunos son del PREU y otros ya del COU. De buen comer y beber, no se les escapan los placeres mundanos reconocidos como de buen gusto y de gente decente. Vamos, sin vicios inconfesables más allá de lo que su talento literario esclavista les impone impidiéndoles rayar la vulgaridad.

Aprecio lo que valen, son más raros que el circonio que arde sin producir llama. Su excelencia literaria les permite abordar con generosa calidad cualquier tipo de asunto. He leído de ellos, análisis criminológicos, novela negra, análisis políticos ( estos últimos en ocasiones se reducen a un epíteto acreditando su gran capacidad de síntesis)

Creo que diez años atrás, muchos de mis colegas de afición por las letras no se hubieran atrevido a decir determinadas cosas por simple rubor, o sí, nunca se sabe si la ocasión hubiera sido propicia. Lo cierto es que cada vez oigo más a mi alrededor la frase socorrida de: a estas alturas digo lo que quiero y cuando quiero. También oigo mucho más frecuentemente, otra menos delicada que no reproduciré, precisamente porque el rubor y la edad todavía me atan demasiado a los convencionalismos, que habla de tirar de alguna parte noble del hombre.

Con la edad, entiendo que los prejuicios van desapareciendo, lo contrario no es lo habitual, y si lo es en algunos casos, el porvenir se ve muy negro. Hacerse mayor y aumentar la bilis es una combinación explosiva para el corazón. Pero, casos hay. La inteligencia que nos ha sido dada debe usarse de forma precisamente inteligente dejando el mundo correr cuando trata de arrollarnos.

No hablo de pasotismo, hablo de una evolución natural hacia el relajamiento de las tensiones que ocupan nuestras vidas día a día. Despiporrarse es una manera inteligente y muy sana de caminar por la vida. Alivia las cargas del pacto social necesario para la coexistencia. Los cuellos almidonados y los zapatos demasiado ajustados producen el mismo efecto que un libro lleno de verdades propias y exclusivas que no admiten el debate.

He conocido personas que vivieron los últimos años de sus vidas de forma plena de acuerdo con sus capacidades físicas, con una pasión por la vida hasta el último momento y siempre dispuestas a regalarte una sonrisa y una charla instructiva. Decían lo que pensaban, de forma educada, pero sin límites. Gente a la que la vida les enseñó que no por ser más cínico se es mejor o se hace menos daño a los demás. Sin duda un ejemplo a seguir.

Despiporrarse, es sano, es bueno para uno y para los demás si va acompañado de calidad humana e intelectual. Yo agradezco que mis colegas escriban lo mismo sobre literatos que sobre letrinas, su genialidad se lo permite. Siempre con clase, con estilo, dos cosas que nunca se deben perder en la vida.

Hacerse mayor y aumentar la bilis es una combinación explosiva
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