Marcando amígdalas
Leo en este periódico el titular: ¿Tienen la misma estructura cerebral los votantes de izquierdas y de derechas? No . A grandes preguntas, enormes respuestas. Antes de palparse incrédulo el cráneo sepa usted que es conclusión científica publicada en la revista Cell Press iScience . Todos firmes. «Nunca me acuesto sin leerla», habrá exclamado allá arriba don Severo Ochoa. Ya, pero aquí abajo algunos quienes somos de letras y estas investigaciones nos provocan comecome. Lo único que le oculto a mi mujer es a quién voto. Bueno, eso y dónde le he escondido la bandera del Barça. Desde que leí la noticia, a cada cabeza le pongo intención de voto, parezco Tezanos. Pero es que el subtítulo informaba: «Las amígdalas del cerebro de los votantes conservadores son aproximadamente del tamaño de una semilla de sésamo, es decir, ligeramente más grandes que las de los votantes progresistas». O sea, unos y otros vamos marcando ideología. Ya no te puedes fiar ni de ti mismo. Ah, cerebro indiscreto. La confianza da asco. «Aguirre, ¿no será que leyó mal y en la noticia no ponía amígdalas, sino almorranas?», me dirá la lectora centenaria que todos los columnistas de provincias tenemos. Imposible, he releído varias veces. La investigación, llevada a cabo por la Universidad de Ámsterdam, pretendía completar otra de 2011, realizada sobre 90 universitarios del Reino Unido, cuyo resultado arrojó que los votantes progresistas y conservadores presentan diferencias en sus cerebros. Raro. ¿Las amígdalas de un fan de los Beatles son diferentes de las de uno de los Rolling? «Las mías son más grandes que las de Kamala», dirá Trump. Don Donald, usted tiene una cabeza grande, no una gran cabeza.
Según el investigador Dimitris Petropoulos: «Sólo el recuerdo de la cara de un político, por ejemplo, podría hacer que la circunvolución fusiforme se iluminara un poco». Esto lo entiendo ya más, aunque sea de letras. Es ver a algunos o a algunas y notar que echo humo.
Me hubiese encantado ser científico, tomarme una pócima de mi invención y que míster Hyde me escribiese la columna de los viernes. «¿Y si le sale del Barça?», preguntará la lectora de antes. Uf. Eso, es tan improbable como que mis amígdalas voten a Puigdemont.