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Como en realidad es una boda estatal de la nueva presidenta con la nación de Ándele México Lindo y Querido, la cosa trae cola... y rabo, como las raposas. ¿No invitan al rey?... pues nadie de España irá al alboroto ni a su brindis en cuerno de plata. Treta lerda es seguir exigiendo a Felipe Sexto rodilla a tierra y confesión (hoy la Inquisición está con ellos: contricción, decir los pecados, propósito de enmienda y cumplir la penitencia)... o ¡ni olvido ni perdón! con los delitos de una «España conquistadora, genocida, saqueadora y esclavista que sigue en su prepotencia y altanería colonialista»... todo esto y más le cabe y retumba en el discurso populista/indigenista de López Obrador, alguien cuya sangre cántabra (y por tal conquistadora) tendría que estar pidiendo perdón por esa misma cuenta que le pasa al rey, «el rey nuestro señor», dice Quevedo rindiendo un sombrerazo cojitranco.

Obrador resume la tropelía haciéndola lema: « la Conquista se hizo con la espada y la cruz »... ya, con la espada, la cruz ¡y la polla!... ¿cómo es que la olvidó?, ¿de quién vino, si no, el mestizaje, la fusión de sangre y culturas?, ¿no entró en la universidad el náhuatl dándole Felipe II rango oficial?... ¿y se olvida la conquista luterana del Norte que apostó a exclusión, exterminio y nunca boda?... Quizá vetando a la Corona olvida Obrador el Plan de Iguala que fijó las bases de la independencia de Méjico en 1821 proponiendo que nuestro Fernando VII fuera su emperador en el nuevo país, lo mismo que el blanco de su bandera fue por el color de los Borbones. ¡Ay, esa memoria coja!, ¡ay, madre, cómo huele padre a vino!... Ese último presidente mejicano y su delfina Claudia Sheinbaum parecen felices recaudadores sacando viruta de garlopar heridas. Válgales el viaje, pero sugerimos al rey Felipe que sí, que pida de una vez la disculpa de aliño que tanto le exigen (alguna se debe), pero exigiéndoles a la vez inexcusables y públicas gracias por la civilidad y lo mucho bueno que les llevó España, aún tan vivo en la huella americana; y en Méjico, tanto. Y a otra cosa, güey, deja ya de joder.