Aquel olor
Mandaba septiembre del 19 al 27 que se poblara La Virgen del Camino con una regular tropa mujeril arrebujada en ropón negro y tres faldumentos o más, añosas beatas de fe granítica y ofrecidas al luto con mantón negro decolorado en pardo, muy de reverenda mora, incesantes rezadoras llenando su día de rosarios y misas por ordeñar todas las indulgencias posibles en su maratón piadoso, mujeres venidas de pueblos y riberas cercanas que se alojaban «a pupilo» en casas particulares ya veces en guarecidos o pajares sin más aseo que el que cabe en una palangana quitalegañas, bendito coro de alpargatas arrastradas o dando vueltas al santuario de rodillas en medias de felpa, y así también sus viacrucis de explanada, anovenarias de raza vieja, paisanas de rostro cuarteado y negrín mendigando piedades a la reina y madre del pueblo. leonés, a san miguel arcángel y todos los santos que alcanzaran a bajar del cielo, negro paisaje estrictamente femenino que dejó de verso hace cincuenta años (¿quedará alguna que venga a sus nueve días de rosarios, velías y misas?... diría que sí, alguna... pero su color no).
A las anovenarias las descubrí en 1961, aunque mejor debería decir las olí. Se iniciaba un otoño que vino cálido y con avispas haciendo fiesta en los puestos de uvas y melones, veranillo del membrillo le dicen. Y por no lavarse o no poder hacerlo esos días (y quién sabe si en los meses anteriores) aquellas mujerucas de paño enfurtido olían a peste bendita, a queso agrio y orín seco, a chatún, y sus largas estancias en aquel santuario recién estrenado hacían gordo el aire que ascendía a empadronarse en el coro donde cantaba la escolanía, olor almizclero que vencía a la olorosa madera de Guinea del suelo del templo y hacía necesarias paletadas de incienso a los carboncillos sin ganar tampoco la guerra. Mezclados en su nube aquellos tres olores (a madera-sándalo guineana, a incienso y a cebolleta podrida) hacían un coupage narcótico. Y un rosario y una misa respirándolo te hacía ver a san Miguel guiándote el ojo en su retablo; puro ácido lisérgico.