Diario de León

AL TRASLUZ
Eduardo Aguirre

Caminando en compañía

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Ha muerto Kristofferson, el cantante al que llevo escuchando desde mi adolescencia. Y eso es mucho escuchar, fue ya hace mucho. A los 88 años y con un corazón joven. En 2007, en una etapa triste de mi vida, mi mujer me hizo el regalo sorpresa de llevarme a Bruselas a un concierto del texano. Conservo aquella entrada como si fue la púa de su guitarra. Personalísimo cantante y excepcional compositor, gran poeta, exprofesor de literatura en West Point, la prestigiosa beca Rhodes le llevó hasta Oxford- especialista en el poeta William Blake, acto prolífico… Amó a sus amigos, especialmente a Johnny Cash, a quien reconoció la categoría de hermano mayor. Al morir este, paso a vestir siempre de negro, tal como él vestía. En cierta ocasión, Kristofferson hizo una lista de reglas de vida: 1/Sigue a tu corazón. 2/Ten paciencia. 3/ Aprende de los maestros. 4/ Y di siempre la verdad. En una balada posterior añadió otra regla de vida más: «Y no dejes que los bastardos te hagan venirte abajo». George Jones se preguntaba quiénes ocuparán un día los zapatos de estos grandes cantantes. La respuesta solo puede ser personal, y esta es la mía: nadie. No proclamo que cualquier vieja canción fue mejor, pero si quieres llegar a mi interior no podrás hacerlo por cualquier puerta. Llámalo limitaciones musicales, si quieres. Puedo apreciar lo nuevo, pero vengo del ayer, que en muchos casos ni siquiera es cronológicamente el mío. Me gustan mis viejos zapatos, camino mejor con ellos.

Algunos artistas, jamás dejan de ser creativos. Kristofferson nunca dejó de componer grandes canciones. Willie Nelson saca disco nuevo a sus 91 años, Eastwood estrenará pronto película, a sus 94 años. Como juglar de columnas admito mis muchas deudas de felicidad. Hoy como ayer, una canción cantada con el corazón y con la verdad te ayuda a caminar.

Y sí, en unos días aciagos, Marta me montó en un avión y me dio la sorpresa de llevarme a un concierto de Kris. Aquel pesar que necesitaba ser aliviado se fue disolviendo en el tiempo, pero las canciones siguen y seguirán estando ahí. Gracias, poeta. Como tú cantaste en bellos y luminosos versos: «Nunca es el eco del para siempre/ Por favor, no me cuentes cómo termina la historia».

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