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El alcalde de León, José Antonio Diez, ha exhibido su actitud más sumisa frente al Gobierno central con un problema flagrante que sufre la ciudad y, en general, toda la provincia desde hace más de una década. Fue un compañero suyo del PSOE, en plena fiebre de implantación de los tranvías, el que apostó por convertir la traza urbana del centenario tren de Feve en un ‘engendro mixto’, eliminando la formas de seguridad que tenía una vía sin pasos a nivel ni apenas cruces de peatones. Aquello acabó en fracaso y los trenes no volvieron a la estación de la avenida Padre Isla. Las sucesivas promesas de solución nunca se han hecho realidad. Pero ahora se produce un salto cualitativo. Se apuesta por el conformismo. Por plantear que las cosas deben aceptarse como están con una vía cercenada, que limita de manera evidente el número de usuarios por las complicaciones de trasbordo que sufren. León no puede asumir la pérdida de Feve y con esa situación de precariedad se condena a la línea a la muerte agonizando poco a poco.