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Vivimos en una sociedad en la que todo va tan deprisa que, lo que hoy parece que puede provocar una hecatombe, mañana no es ni siquiera recuerdo. Las noticias se suceden tapándose las unas a las otras y no en razón de su importancia sino de la coyuntura.

Hace apenas una semana que un grupo de saharauis llegaba al aeropuerto de Barajas y solicitaba asilo político en España. No ha durado mucho su presencia y su causa en los titulares de los medios de comunicación. Bueno, la última noticia es que cuatro de ellos se han fugado de la sala del aeropuerto donde se encontraban.

Pero más allá de la situación de este grupo de saharauis, la cuestión de fondo sigue siendo la misma: el cambio de posición política de España respecto al Sáhara.

Algún día, sí, espero que llegue el día en que los ciudadanos nos enteremos de por qué el presidente, Pedro Sánchez, cambió, de la noche a la mañana, la política de nuestro país en relación con el Sáhara y, por tanto, respecto a los derechos de los saharauis sobre su propio territorio. Porque ese es el quid de la cuestión.

Puede que las razones que ahora nos esconde Pedro Sánchez sean solventes pero, a falta de conocerlas, solo queda dolerse por la decisión del Gobierno respecto a los saharauis y que ahora ha llevado a negar asilo político al grupo que llevan días aguardando en el aeropuerto de Barajas.

«Marruecos nos persigue, pero España nos desprecia», una afirmación dicha por Errabab Ben Yahia, una de las mujeres que han pedido asilo, no debería dejarnos indiferentes. Bueno, en realidad a los ciudadanos de a pie no nos deja indiferentes, es el Gobierno el que permanece impasible ante la crisis humanitaria en el aeropuerto de Barajas.

Desde los aledaños del Gobierno cuentan que, en los últimos tiempos, en el aeropuerto de Barajas se dan situaciones complejas, ya que en ocasiones grupos de migrantes, llevados sin duda por la desesperación (esto lo añado yo) se «escapan» de la sala destinada a tramitar las peticiones de asilo. Sí, se nos dice que el Ministerio del Interior mantiene una «comunicación» permanente con ACNUR, para estudiar cada petición de asilo, pero quienes han llegado hasta Barajas no están dispuestos a dar marcha atrás. Y la situación de los saharauis que están allí a la espera de que se tramite o se deniegue su petición, sin duda es más que angustiosa.

Hay ocasiones en que repetir lo obvio resulta hasta inquietante. Aún asi no cabe más que preguntarse por qué Pedro Sánchez, hace y deshace sin dar explicaciones respecto a un asunto tan relevante como es la relación entre españoles y saharauis.

Son muchos los niños saharauis que han pasado temporadas con familias españolas. Niños que han sido y siguen siendo uno más en esas familias. Niños y niñas convertidos en hombres y mujeres con lazos emocionales y de amistad con sus familias españolas.

En una democracia los gobernantes tienen la obligación de dar cuenta a los ciudadanos del porqué de cuanto hacen. No se puede actuar en nombre de los ciudadanos pero sin contar con ellos.

Pedro Sánchez no puede seguir ocultando la razón o la causa de su decisión de alinearse con Marruecos y los intereses de este país para hacerse con el Sáhara. Nos debe una explicación, es más tiene la obligación democrática de darnos esa explicación. ¿Para cuando? Mientras en esas salas de Barajas un grupo de saharauis desesperados aguardan una cita con el destino. Un destino que depende de Pedro Sánchez.