Cerrar

Creado:

Actualizado:

Quién te vio lozana en trajines, en bultos y gentes lamenta y maldice hoy tu paralítica estampa que un día fue de coqueta estación término sin pretensiones. Así te ves hoy. Como puta sin esquina te dejaron, estación de Matallana, de Feve, del tren de La Robla, del Hullero, del tren de Mataporquera, el que te llevaba a Bilbao para no volver por hallar en Balmaseda o Baracaldo el trabajo que aquí se reservaba (se reserva y se reservará) al ahijado, pues morito laboral se queda quien no tiene padrino, apellido o siglas de amparo... ¡joite y baila!, el son es suyo.

Tras marear perdices más de dos décadas puede decirse que ese tren y esta estación están difuntos del todo y que el mal que le recetaron (y que por bien no vino) no tiene ya remedio, viejo paisaje ferroviario que nadie quiso librar del destino más idiota en que hoy se ve, porque esta ciudad puede empeñarse y gastar hijuelas en salvar por ley una horrenda fachada de azucarera alegando «arqueología industrial» y desmantelar a la vez toda una industria en pie con sus arquitecturas y funciones vivas (muelles, cargaderos, naves, maquinarias, recinto murado, gavilla de vías) porque de pijos y mangantes es el reino de estos cielos donde creyeron más futuro y más guapo meter cencerra musical donde resopablan máquinas a vapor o inventarse jardinetes y carísimos tropiezos bailando entre sospechas aún no despejadas, mucha sospecha.

Y sospecha el alcalde que hasta los de su partido gobernante están engañando al decir hoy que sí donde tienen ya estudiado el no, esto es, que la línea se acabará en las afueras y esta estación será momia tiesa entre nuevos asfaltos y nuevo negocio ladrillero, dejando que la vieja vía del tren sea un corredor verde para oxigenar delirios y que los perros puedan mear en canaleta. Así las cosas, y viendo desde el puente de los maristas todo este paisaje y el paisanaje que se adivina en los despachos de la risa, el hijo de Eufrasio (su padre tuvo tienda de ultramarinos por allí), entra en bucle y no deja de exclamar ¡macagontó lo que aquí se movió!... ¡y macagontós los que ya ni se mueven!...