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El imperio económico de Pescaderías Coruñesas ha presumido siempre de su origen leonés, y su vínculo con la provincia. Sin embargo, hasta ahora sus millonarias inversiones en hostelería, comercio e inmobiliario se habían concentrado en Madrid. La cuarta generación de estos empresarios herederos de los arrieros maragatos que llevaban el mejor pescado a Madrid (Diego, Marta y Paloma, con el desaparecido Norberto) vuelve sus ojos ahora a León no sólo desde el punto de vista sentimental, sino inversor. Los hijos de Evaristo García llevan a cabo un ambicioso proyecto en la Granja de los Monjes, en San Esteban de Valdueza, donde recuperan para agricultura ecológica y una bodega de Godello un monasterio del siglo XII, y toda la zona. En Pajares de los Oteros se han hecho con la Bodega Margón, y buscan crear nuevos vinos con Prieto Picudo y Albarín. El empleo de los trabajadores de la zona es otro de sus objetivos, unos 40 están empleados ya en sus iniciativas. El consejero delegado del grupo define estos proyectos como «emocionales», por sus vínculos con León. Pero para la provincia son todo un estímulo. Económico y de puesta en valor de sus potenciales.