Diario de León

El mirador
Diego Carcedo

Diplomacia renqueante

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Los buenos tiempos que disfrutó la diplomacia española tras la implantación de la democracia, cuando teníamos relaciones con todos los países, empieza a renquear en varios frentes. Pedro Sánchez, desde la tendencia a ejercer el poder que construyó con una coalición extravagante, ensayó su prepotencia adelantándose por libre, desafiando las negociaciones que aconsejaba la guerra de la Franja de Gaza, reconociendo el Estado Palestino, sin apoyos internacionales y poniendo al borde de la ruptura a Israel, como retornando a los tiempos de Franco y enfriando de paso las relaciones con los Estados Unidos. Benjamín Netanyahu, el ‘premier’ israelí que tampoco goza de buenos modos, reaccionó acusando a España como el país del odio a los judíos. Un calificativo que nunca nos había dejado tan agraviados.

En América, continúa el enfrentamiento con el régimen venezolano de Nicolás Maduro, empeñado por mantenerse en el cargo tras su derrota en las elecciones del mes de julio. Con México la crisis tiene otro cariz. Tanto el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, como su sucesora Claudia Sheinbaum, mantienen el empeño de que España pida perdón por la conquista, algo absurdo. La negativa a invitar al Rey a la toma de posesión de la nueva presidenta fue un gesto inaceptable y que complicará las relaciones. Luego está el absurdo conflicto con la Argentina de Jorge Milei, fruto de errores diplomáticos inexplicables entre los dos presidentes que en una reacción de corte más infantil que diplomática mantiene las relaciones propias de políticos aprendices.

El Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea ha declarado ilegal el acuerdo de pesca que Bruselas y Marruecos firmaron hace unos años y que incluían aguas reclamadas por el Sáhara Occidental, una decisión que afecta de manera especial a la flota pesquera española, especialmente la de Cádiz, que dejará sin actividad a decenas de embarcaciones y a millares de trabajadores. Un fallo que llega después del apoyo del Ejecutivo al plan autonomista marroquí para acabar con el conflicto, realizado sin contar con Naciones Unidas o la Unión Europea; y sin consultar a los interesados, que llevan varias décadas manteniendo su independencia, reconocida por decenas de Gobiernos. Al recordar la cesión del Sáhara, las importantes relaciones de vecindad y económicas con Argelia llevan cerca de dos años congeladas. Los intentos del ministro de Asuntos Exteriores por viajar a Argel para intentar restaurar las relaciones se frustraron cuando el Gobierno argelino rechazó la propuesta. Las relaciones empañadas causan trastornos económicos, especialmente con las importaciones de gas.

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