Diario de León

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Los que tienen el dinero están preocupados con tanto lío junto.

El denominado conflicto árabe-israelí, israelí-palestino, o cómo se quiera llamar porque se le denomina de diferentes maneras, es un enfrentamiento que tiene su origen en la aprobación de la ONU el 27 de noviembre de 1947en la que se reconocía el derecho al pueblo judío para crear su propio Estado. En 1948, los judíos aprovechando esta resolución procedieron a la declaración de la creación del Estado de Israel.

Ese mismo año sus vecinos atacaron al recién constituido Estado. A partir de ahí las guerras entre ambos bandos no han cesado. 1956 crisis del canal de Suez, 1967 Guerra de los Seis Días, 1973 Guerra del Yom Kipur, 1982 primera Guerra del Líbano, y a la que estamos asistiendo. Entre unos y otros enfrentamientos armados, actos terroristas y masacres que han polarizado la opinión internacional hacia uno u otro bando.

El permanente estado de tensión bélica ha llevado a que vivir en Israel, en el que cohabitan musulmanes y judíos más allá de la Cisjordania, se haya convertido en una odisea y para los palestinos en una tragedia. Realmente es una tragedia para toda la zona y un riesgo para la paz mundial.

Históricamente, se ha intentado por los más diferentes métodos llegar a la resolución del conflicto por medios pacíficos. Se ha estado apunto de conseguirse en varias ocasiones, pero al final siempre se ha impuesto la desconfianza mutua y en ocasiones intereses de terceros estados ajenos al conflicto.

Militarmente, los árabes han salido siempre mal parados. No importa la guerra a la que nos refiramos, sean atacantes o atacados, las han perdido todas. Israel ha contado con líderes extraordinarios, como su presidente fundador Ben-Gurión, o su presidenta Golda Meir. Líder de mente como un témpano de hielo y analítica que dejaba fuera de juego incluso a los militares más veteranos y duros.

Los árabes han tenido líderes muy notables como Nasser, populista pero su alianza con los soviéticos provocó su caída. Anwar el-Sadat. Hombre preciso, discreto y eficaz. Fue asesinado por una facción extremista tras alcanzar un acuerdo de Paz con Israel. Los generales judíos siempre han sido muy superiores a sus rivales. El carismático Moshé Dayan, el del parche en el ojo, resolvió la guerra de 1967 en seis días.

Actualmente, todos conocemos la situación, pero el actor clave no es vecino de nadie de los que están muriendo por parte de ambos bandos. Se trata de Irán. Siempre ha sido un obstáculo para alcanzar la paz en la región, y no oculta su interés en manejar los hilos. Recientemente sus dirigentes han declarado que no permitirán que Israel determine el destino de la misma. Al menos son sinceros.

En el tablero mundial de los conflictos, este que nos ocupa es uno más junto con el de Ucrania. Rusia en su forma de Unión Soviética, siempre jugó un papel determinante, pero actualmente tiene su propia guerra que está sobrellevando de forma dificultosa y no parece que pueda asumir un nuevo reto bélico con garantías. A pesar de sus alianzas con Irán no parece a priori que en la práctica pueda ayudar a inclinar la balanza del lado iraní.

Los Chinos tienen sus expectativas puestas en Taiwán y a poco que se despisten los Estados Unidos, pegan el salto a la pequeña isla y a ver quién los saca luego de allí con todos los que son. Japón, aliado de Occidente, se está rearmando para garantizar la seguridad marítima de la zona mientras China no cesa de aumentar su flota construyendo portaviones que tanto le gusta copiar de los norteamericanos.

En definitiva, el conflicto árabe-israelí es uno más de los puntos calientes del planeta en una lucha por la hegemonía mundial. La necesidad de desescalar este conflicto y el de Ucrania es urgente porque, entre otras cosas, al presidente Putin se le está empezando a acabar la paciencia y últimamente verbaliza con demasiada frecuencia arma nuclear. Nada bueno puede traer esto. Hace falta un poco de cordura y humanidad y menos odio, porque al final todas las guerras tienen un trasfondo económico y de poder. Estas dos realidades no conocen ideologías ni patrias, si no de dinero, y los que lo tienen están preocupados con tanto lío junto.

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