Sí, es una dictadura
Empieza a ser cansino el empeño del PP para que los dirigentes del PSOE digan en público que Venezuela es una dictadura. E igualmente resulta desalentador que los dirigentes socialistas, con el ministro Albares a la cabeza, echen balones fuera en cada ocasión que les preguntan por Venezuela. Sí, el régimen de Venezuela es una dictadura, el propio ministro Albares ha dejado dicho en el Senado que España ha acogido a 120.000 venezolanos. Doy por hecho que el ministro sabe perfectamente a qué se debe el exilio de tantos miles de venezolanos. Estos 120.000 no son los únicos que han emprendido el camino del exilio, muchos miles más han dejado sus casas, sus familias, su país, buscando un soplo de libertad y no terminar en una de esas pavorosas cárceles del régimen chavista.
Familias viviendo en las calles unos porque salieron de su país sin nada, otros con los ahorros o el dinero prestado por familiares y amigos. Todos contando el mismo relato sobre la situación de su país, víctima de la dictadura. He conocido a ciudadanos venezolanos que me han explicado cómo se fugaron a través de la selva, cómo tuvieron que pagar hasta el último centavo de que disponían a los que hacen negocio permitiendo esa travesía.
Pero tanto el presidente como el ministro Albares se resisten a decir lo evidente: Venezuela sufre un régimen dictatorial. Como si no decirlo ayudara en algo la situación de los venezolanos. Es como si en pleno franquismo los demócratas europeos no hubieran calificado el régimen de Franco de lo que era, una dictadura.
La excusa que dan desde los aledaños del Gobierno es que prefieren actuar entre bambalinas para ayudar a la oposición y que por eso lograron que Edmundo González pudiera venir a refugiarse a España. O sea (y esto lo añado yo) que se trata de no molestar a Nicolás Maduro al que le da por perseguir, encarcelar, torturar y ordenar asesinar a quienes se le oponen. Al parecer el precio para que Maduro «suelte» de vez en cuando a algún opositor es lisa y llanamente el silencio. Pero ese silencio ominoso que Sánchez y la mayoría de sus ministros ejercitan en el caso de Venezuela, no lo hacen con otros países y regímenes, ni con otras situaciones de violencia.
En el conflicto de Gaza, Sánchez y Albares se ponen la «camiseta» de defensores de los derechos humanos. Pero cuando se trata de Venezuela guardan la camiseta. Y no, no hay «violencias» y «violaciones de derechos humanos», aceptables y otros inaceptables. Lo son todos sin paliativos.
Es evidente que la política exterior está hecha con grandes dosis de cinismo, la de nuestro país y la del resto de los países, pero al menos que no intenten convencernos de que es mejor para los venezolanos que desde España no se cuestione a Nicolás Maduro.
La realidad es la que es: el régimen de Maduro es una dictadura feroz. Así de simple, así de terrible, por más que desde el Gobierno se quiera simular que no es para tanto.
Y eso sí, el PP debería dejar de hacer oposición metiendo por medio la tragedia de todo un pueblo.