¿Qué cenamos hoy?
Los socialistas siempre vuelven al lugar del tuit. Si no lo hubiera borrado, sólo habría que acudir a la red social de Óscar López para hallar el contexto de la crisis del PSOE. Justo hace 10 años, en un arrebato de soberbia que retrata bien al personaje, el segoviano de Madrid —parece que acabó de pedir un Dyc con Coca Cola en vaso de sidra— se despachó con un mensaje antológico: «¿Sabéis esa incomparable sensación de despertarse y descubrir que sólo era una pesadilla? Pues eso. Hoy, a cenar un exquisito plato frío». El desahogo se acaba de consumar la noche de una de las mayores traiciones de la historia contemporánea del PSOE: aquella en la que, de pronto una tarde, al secretario autonómico, el palentino Julio Villarrubia, le dimitió de golpe más de la mitad de la ejecutiva para cortarle la cabeza. Detrás andaba el ahora ministro, hasta hace poco jefe de gabinete de Sánchez, primero presidente de Paradores, entonces portavoz en las Cortes de Valladolid, antes candidato vapuleado y, en sus orígenes, uno de esos niños que acunó Pepe Blanco: esa camada de la que salieron el presidente del Gobierno, Hernando, Luena y hasta el leonés Tino Rodríguez: todos amamantados por un sueldo público y convencidos de que no sería necesario trabajar nunca para ganarse la vida. De esa confabulación nació el liderazgo de Tudanca, amagado por aquella para erigirse como candidato de consenso aupado por el aparato del partido. Ahora, se cambian los papeles.
La historia de Tudanca es la historia del PSOE, donde no hay peor enemigo para un socialista que otro socialista; una máxima que vale para el resto de partidos, aunque sus purgas suelen ser más quirúrgicas: ahí está el PP leonés. En León, la guerra del burgalés contra el aparato de Ferraz que antes le amparó tiene su aquel como ensayo para lo que vendrá: el congreso provincial. La gracia está en ver si José Antonio Diez, antaño con Villarrubia y ahora al revés, planta cara al hombre de Sánchez en la demarcación leonesa, Javier Alfonso Cendón, o se enroca en la agrupación local de la ciudad, como hace cuatro años, cuando traicionó a todos los pequeños alcaldes y concejales que votaron en sus ayuntamientos a favor de la moción de la autonomía leonesa y pensaban que iba a comandar la reconquista. El alcalde, que surgió de la traición a Francisco Fernández, sabe que hay digestiones que se le pueden atragantar. ¿Qué cenamos mañana?