Escenario insospechado
La crispación y el enfrentamiento priman entre los dirigentes políticos que pugnan por el poder a toda costa. Afortunadamente no siempre ganan los maleducados que alzan mucho la voz, mienten porque dicen que cambian de opinión, utilizan la demagogia y el populismo para tapar sus irregularidades.
En esas estamos en España, con una bronca monumental de la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) al presidente del Gobierno en uno de los salones del Palacio Real donde se celebraba la recepción real por el Día de la Fiesta Nacional. Demudado y avergonzado, rabioso y descolocado por no haber previsto que alguien tuviera el coraje y la dignidad de decirle a la cara, ante el silencio del grupo de periodistas atónitos, es «una vergüenza lo que está haciendo con las víctimas del terrorismo, no hay derecho que haga esa política con los presos de ETA». «Tiene un día para rectificar», sentenció Maite Araluce. Esa es su opinión, balbuceaba Sánchez que no tardó en irse de la recepción. Araluce le había afeado al presidente que lleva más de un año sin recibirla y que le había enviado un ‘e-mail’ y no le había contestado. Con firmeza y educación, el mensaje ha llegado directo al destinatario. Sin intermediarios.
La bronca impresiona para quien la ha vivido en directo. Sánchez sin poder escudarse en el plasma que reprochó a Rajoy y sin poder elegir preguntas preparadas. Solo lanzó uno de los mensajes ensayado con sus ‘sparrings’ en la Moncloa: Feijóo es como Torquemada. En otro salón, Feijóo respondía que dados los acontecimientos y toda la información sobre posibles casos de irregularidades graves, es decir corrupción, Sánchez no debería estar en esta fiesta. El caso es que tiene que venir un medio extranjero como The Economist para enseñar la puntilla. Mientras tanto, la crisis creada y la inseguridad jurídica provoca desconfianza de los inversores internacionales. Una ruina.