Diario de León

CUARTO CRECIENTE Carlos Fidalgo

Un cigarro y unas flores

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El nieto de Ceferino López Salgado, desaparecido de Lago de Carucedo desde 1937 —asesinado, según el testimonio de los vecinos que le vieron morir en la plaza del pueblo después de recibir un culatazo de un guardia civil— le dejó un cigarro a su abuelo en el ramo de flores que, atado con una cinta tricolor, depositó hace unos días sobre el lugar donde sospechan que ha estado enterrado durante nueve décadas; las ruinas de la domus romana de Pedreiras desde la que se administraba la mina de Las Médulas.

«Es todo lo que puedo ofrecerte», le dijo José Antonio Blanco a su abuelo. Aunque los restos exhumados junto al horno de cal donde Ceferino López dio trabajo a 25 personas ya no estaban allí. Reposan ahora en un laboratorio de la Universidad de León para, si hay suerte, y la dentadura lo permite, cotejar una muestra de ADN y confirmar que pertenecen al que fue alcalde de Lago de Carucedo, padre de un huido para evitar represalias.

Ya en 1995, las excavaciones en la domus del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) habían dado con los restos. Pero como se tenía constancia de la existencia de una necrópolis antigua en la zona y el campo de trabajo en la domus estaba a punto de concluir su labor, se volvieron a enterrar. Por entonces no existía la Asociación para la Memoria Histórica, ni la Ley de Memoria Histórica, ni el Decreto de la Memoria Democrática, que ha amparado la exhumación emprendida por la asociación Sputnik a petición de José Antonio Blanco.

No había entonces la misma sensibilidad, no. La memoria de los muertos republicanos, de los represaliados por los falangistas y el régimen de Franco, seguía amordazada en las cunetas.

«Es todo lo que puedo ofrecerte», le dijo José Antonio Blanco a su abuelo. Un cigarro y unas flores. Un sencillo ramo atado con la bandera de la Segunda República sobre una tumba vacía. Lo que no se entiende es que si en el CSIC ya sabían que había restos humanos en aquel rincón de la domus, y en el pueblo sospechaban que allí estaba enterrado el tío Ceferino, cuando la Junta de Castilla y León recuperó las ruinas romanas de Pedreiras en 2018 colocaran unos bloques sobre la fosa y durante seis años, los turistas hayan pisado encima de la tumba de un hombre asesinado. Sin saberlo.

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