¡Oh capitán!
Bajan los tipos de interés, ¡albricias! Dicen los próceres que, más allá de aliviar economías domésticas y empresariales, se traslada un mensaje de confianza y estímulo a la economía. Mientras se advierte de las amenazas: todo lo que se pergeña geopolíticamente no tiene buena pinta. No la ha tenido nunca. Los expertos reafirman lo que sabe bien el pagano: las subidas, de lo que sea, se le trasladan de forma instantánea. Medidas como las que ahora adopta el BCE tardan más de dos años en aterrizar en la contabilidad de sus ciudadanos. Para entonces, otras angustias estarán acogotándole.
En todo caso, este paisanaje adoctrinado en el ahorro y la previsión ha cambiado en buena parte el chip. Se sacude el miedo a ese tenebroso futuro envejecido y extremadamente vulnerable al que nos vemos abocados y vive el momento. Carpe diem. Unos convencidos de que les quiten lo bailao . Muchos, porque no les queda otra que resistir minuto a minuto. Unos y otros, en una rueda aparentemente inamovible de parálisis y deterioro frente a un discurso que este León repite incansable (a muchos les parece cansino, no confundir); presuntamente condenado a un modelo económico sucumbido que no cambia. ¿Ajeno a cualquier estímulo que pretenda hacerle el boca a boca? Pues en mucho depende de las reivindicaciones que están en marcha.
Es en todo caso un León al que los presupuestos de la Junta, de momento lo único que llega de fuera (aunque se ha presentado con el desánimo de no tener respaldo suficiente), apuestan por impulsar en los florecientes nodos logísticos e industriales. Mientras, la provincia da palmas con las orejas porque hay 153 pueblines que recibirán ayudas para tener un bar. Está claro que existen macroeconomías, microeconomías, bolsillos de andar por casa y cuentas en madreñas. Hay sobreinformación que genera desconfianza, por falta de cultura económica (la gran olvidada de las asignaturas) y porque, como dijo aquel, un economista es un experto que mañana sabrá explicar por qué las cosas que predijo ayer no han sucedido hoy. De quién fiarse, pues.
¿Soplan buenos tiempos? No les faltan malos augurios. Sí líderes en quien confiar y a quienes exigir. No dan buen ejemplo las dentelladas intestinas que desangran partidos, militancias y seguidores. León no necesita capitanes como el que cantó Whitman. Los victoriosos que yacen en el puente extendidos, helados, muertos. Hay que espabilarse ya.