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Por mayo, era por mayo, cuando hace la calor y pican, en León se abismaban los pescadores en las riberas de los ríos para exhibir la maestría que censa en la provincia una de la mejores escuelas mundiales de pesca. La Semana Internacional de la Trucha nació en 1966 como una oportunidad para aprovechar como recurso de turístico de promoción ese aula que tienden las márgenes de los cauces fluviales de la provincia. Ahí, donde dictan magisterio los pescadores al compás de sus muñecas para dibujar en el aire con un sedal el vuelo de las moscas más pintonas y posarlas en el agua con descuido, se cimentó una idea brillante con la que hacer viajar esta tierra afuera e invitar a que vengan como hace el Tour con Francia. El plan ha pervivido en el tiempo entre cainismos y envidias, pero sin perder el respeto a la esencia, ni traicionar los valores que lo gestaron. Primavera tras primavera aguantó 55 ediciones hasta que este año la Junta ha decidido reinventar el negocio con el traslado de la organización desde esta tierra a Valladolid, la creación de una serie de actividades de escaparate, el cambio de estación al otoño y la redefinición de las condiciones de un campeonato que, de tan elitista, ha dejado apenas 68 cañas, sólo 34 parejas de las 56 para las que se abría inscripción, donde antes había cerca de 200 carretes.

El cambio de algo que ya funcionaba se justifica en la apuesta de «renovación y kilómetro cero» con la que la Junta quiere llevarla «a pie de calle» para lograr «nuevos adeptos a la pesca», como explica el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones. El discurso se alimenta con dos piscinas en medio de la plaza Mayor donde se han llevado 800 peces para enseñar a los niños, como si fuera una feria o un parque temático, en lugar de asomarles a los ríos para que conozcan la naturaleza y aprendan a respetar a la trucha en su ecosistema. El plan arrebata el protagonismo a los pescadores para dárselo a los políticos con ansia de foco que traducen la rentabilidad en términos de espectáculo. Lo esencial se diluye en la amalgama que hace que ahora la Semana Internacional de la Trucha incluya la apostilla «Destino Pesca Castilla y León» con la que la Junta, con la chequera larga a condición de capitalizarlo, una vez más, se arrima a los activos leoneses para terminar por fagocitarlos. Sólo hace falta dar tanza al barbo hasta que se canse. Hemos picado.