Cucharada y...
Quise creer que lo primero que nos traería aquella democracia en pañales (¿nadie oyó su primer balbuceo ¡tero teta!?) sería erradicar la corrupción cosida a todo el aparato de la dictadura, corruptela a troche y mamandurria a moche. No hubo tal. La UCD (Unión de Comisiones Diablillas) y AP (Afananza Pandillar) venían de donde venían y en su prórroga estaban. Pero cuando el socialismo tocó pelo en la gobernación sí que cabía esperar razonablemente que la mordida, el corretaje, el mamón y el amiguismo quedarían seriamente estoqueados o yéndose a tablas. Eso juró la izquierda que haría, era su fe de vida. Pero se esfumó el mismo día de la victoria con el ¡Paco, colócanos a todos! Y así acudió a esta diputación al día siguiente un destacado militante para colocar mercancía, llaveros, mecheros y propagandas (pareciole poco, pasose al partido carlista y al final montó un sexshop), otro quería meter contrata de extintores, el de más allá una empresa de viguetas y el de más acá a un sobrino y a su nueva. Bendita corrupción que, avalada ahora por los tirios, absolvía al troyano haciéndole coartada... y modelo. Y entonces vinieron Guerras y Roldanes a oficiar en las misas del tocino y comulgar mondongo bendito en calderos. Revisa hemerotecas y di otra vez «este mal que no mejora no es de ahora». ¿Y hay que escandalizarse hoy rasgándose la camisa con lo del Koldo, el Ábalos, la Pichona, el Gomas o las orzas de oro de la Apañera Delcy? (y Zaplana a cuento vino). Pues no me quedan ya camisas. La corrupción es imbatible. Es el motor del mundo, ya que el mercado dicta las leyes, el Dinero es dios y hostiazo a la vez, y el favor y el privilegio son lo único que motiva, excita y engrasa. Sin corrupción mucha cosa se atollaría en burocracias o controles (que además no impiden al negocio feo adelantar por fuera). Así que no queda otra: legalizarla, regularla, sacarla de sótanos o alcobas y repartirla mejor: ¡Cucharada y paso atrás! Que todos puedan meter cazo coram pópuli , cara al pueblo que más calienta cerrando la boca y malvendiendo el voto.