El ‘smartphone’ son los padres
Puede que el ‘smartphone’ sea un teléfono inteligente, pero ya se sabe con toda seguridad que atonta. O dicho de otro modo: todo lo que tiene la máquina de lista, lo acaba teniendo de bobo quien lo usa, y tal vez sea eso lo que se pretende obligando a la gente a encadenarse a uno. El llamado «scroll» infinito, ese ir pasando convulsivamente de una imagen a otra, de un vídeo a otro, de una mamarrachada a otra, está dejando a los niños y a los adolescentes sin una neurona cerebral sana.
Internet, las redes sociales particularmente, han convertido la necesidad humana de comunicarse en una droga, y de ese fentanilo proporcionado por los padres está surgiendo, ha surgido ya, una generación de yonquis del tiqui-tiqui constante de los dedos. Médicos, profesores, psicólogos y psiquiatras, cansados de alertar sobre los efectos devastadores de esa droga super adictiva, los denuncian abiertamente: retraso cognitivo, agresividad, aislamiento, obesidad, sedentarismo, insomnio, miopía... Y cansados también de dirigir su alerta a los padres, que son los primeros en estar colgados del tiqui-tiqui, dirigen ahora su denuncia a los políticos. Algunos de ellos creen que sí, y el grupo socialista del Congreso va a presentar una proposición para prohibir el uso del «smartphone» antes de los 16 años.
Dejando a un lado el triste hecho de que los adultos, los padres, que tienen más de 16 años, seguirían enviciados con ese narcótico y proporcionando a los menores los útiles para el consumo de su misma droga, cabe decir que tan desoladora es la suerte de los adictos a esa huida de la vida real como la de los que se resisten numantinamente a caer en ella cuando todo, la Administración, el comercio, los bancos, la propaganda, les obligan a caer. Ahora bien; si los no drogados se van aislando fatalmente de los que sí, y éstos se van aislando, a su vez, de ellos porque no usan el WhatsApp, ni compran online , ni hozan en el albañal de X, ni se extravían en el «scroll» infinito, ¿quiénes pierden más?