Cerrar

Creado:

Actualizado:

Hasta el The Times se ha hecho eco: han reencontrado el segundo testamento de Catalina de Salazar, la mujer de Cervantes. Recalco lo de reencontrado, pues ya se conocía su existencia por transcripción parcial de Astrana Marín, en 1935. Cuando a mediados de los años cincuenta este volvió al Archivo Histórico Provincial de Toledo para transcribirlo completo ya no pudo ser localizado; estaba, pero en un algún lugar de cuya ubicación nadie quería o podía acordarse. Conocer solo la transcripción conlleva un acto de fe, pues a veces se cometen errores. Todo documento relacionado con Cervantes debe ser considerado patrimonio universal. No exagero, nos universaliza. Desde Estados Unidos, Krzysztof Sliwa revisa en estos días las últimas notas a su esperada nueva biografía del escritor, o hace años desde Japón el sacerdote leonés Jaime Fernández escribió su preciosa Invitación al Quijote . Y así por todo el planeta. Es marca España y marca Humanidad. El año que viene, Amenábar estrenará su película sobre los cinco años que el alcalaíno estuvo cautivo en Argel. El testamento está en pésimo estado, urge su restauración de acuerdo a criterios científicos. Ojalá la Junta de Castilla la Mancha tenga sensibilidad para darse cuenta de la importancia. Aquí no cabe el si tan largo me lo fiáis; solo, el sin prisa pero sin pausa. La Red de Ciudades Cervantinas está dispuesta a colaborar en la búsqueda de financiación, si el problema fuese económico. Pero cuesta entender que lo sea.

El «redescubrimiento» se debe a dos excelentes filólogos: José Manuel Lucía (Universidad Complutense) y Aurelio Vargas Díaz-Toledo (UCM). Felicitaciones a ambos.

Pocos antes de morir, la esquiviana expresó en ese segundo testamento el deseo de que sus restos fuesen enterrados allí donde reposaban los de Cervantes, en el madrileño monasterio de las monjas trinitarias. Una declaración de amor más allá de la muerte. Gracias a ella, el Persiles fue publicado, con un prólogo que contiene el adiós más bello de la literatura. Durante mucho tiempo fue ninguneada por muchos biógrafos, salvemos ahora para el futuro este muy importante documento. Ojalá no les fallemos de nuevo. Viva Catalina la buena.