La televisión del Gobierno
Colonizarlo todo. La última argucia, vía decreto ley, rebaja la mayoría necesaria para nombrar al Consejo de Administración y al presidente de RTVE. Tras el cambio ya no serán necesarios los dos tercios para elegir a los consejeros, bastará con mayoría simple en segunda votación. Tras cambiar la norma, el Congreso elegirá once y el Senado solo cuatro y el número de consejeros del PP se reducirá para ceder sitio a los partidos de la coalición Frankenstein. Pese a la pérdida de audiencia, la parcialidad de los espacios informativos y la inanidad de buena parte de los programas, desde la perspectiva del núcleo radiante —los estrategas de La Moncloa— el control total del antaño denominado ente público es un objetivo más. Lo público bajo control de parte y al servicio del objetivo permanente: la continuidad de Pedro Sánchez. Por todos los medios, también los públicos al precio de quebrar su exigible neutralidad en relación con la contienda política.
Desde la Transición hasta nuestros días todos los partidos que han llegado a gobernar han intentado —y en general conseguido— controlar las radios y las televisiones públicas. Pero nunca con tanto descaro. Ahora «manca finezza», que diría el clásico. El sanchismo es omnívoro cuando de los medios se trata. No les basta con conceder favores y regar con publicidad a determinados periódicos o emisoras significados por su línea entregada a la causa. Quieren más. En La Moncloa llevan muy mal las críticas. Ven enemigos —«fascistas»— detrás de cualquier crítica que afee los abusos de poder, ya sea la política endogámica de nombramientos o que señalen las contorsiones de Sánchez para intentar justificar sus embustes o sus cambios inexplicados como sucedió con el asunto del Sahara. Tratan de colonizar todos los centros de poder para, poco a poco, con la estrategia del viejo topo, ir minando los contrapesos.
El día en el que en España la noticia más destacada era el procesamiento del fiscal general del Estado por decisión del Tribunal Supremo —situación sin precedentes en la historia de nuestro país— el telediario abrió con el enésimo bombardeo de la aviación israelí sobre Gaza. ¿De quién depende la Televisión pública? —que diría Sánchez. «Pues eso», como respondería él mismo.