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Nubes y claros
María J. Muñiz

Quién es la que reina

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La petición es que se llame Sancha, el apunte es que por delante estuvo Elvira. El nombre de la estación del AVE de León. Un pulsito entre UPL y la concejala Torre, aparecida para puntualizar las materias de historia en las que es experta. La cuestión es que a la regia y reivindicativa pegatina de la estación leonesa no llegan los trenes de alta velocidad a tiempo, mucho menos se divisan en el horizonte los low cost . Por seguir el raíl, lo de que la Feve desemboque en Padre Isla como es de ley, y está ya dibujado en el paisaje urbano, se pone de color de cojón de grillo. La movilización pública es unánime, el logro sólo está en manos de la presión ciudadana. Quedan pocos días (10-N) para ver si somos capaces de poner toda la carne en el asador. Como con la integración en San Andrés, enredada en el sindiós de un municipio que semeja a veces el camarote de los hermanos Marx. No es el único, pero preocupa.

Sólo seguir el trazado ferroviario da para una película de miedo en la provincia. Sin visos de solución en la Ruta de la Plata convencional, Asturias capitaliza la rentabilidad del proyecto de Defensa en el trazado de la mano de Jaén. León acuna su laboratorio de Cuadros y presume de la UME de Conde de Gazola, pero ¿es otra vaca mirando a otro tren que pasa?

No todo es oscuridad. El Incibe iluminó un año más, cuando cumple la mayoría de edad, un horizonte que se dibuja cada vez más próspero e ilusionante para esta tierra. Más de 6.000 participantes en el Encuentro Internacional de Seguridad de la Información (Enise), que consolida a León en el cada vez más importante escenario (y mercado) de ciberseguridad a nivel internacional. Y que año tras año, como hace el BootCamp cada verano, inunda a León de ese turismo Mice, de congresos, por el que se apuesta con fuerza.

Hay mucho y bueno en León. Ayer proclamaba un empresario que lo positivo hay que contarlo, aunque a la vez esconde las bondades de su proyecto. Es ese León próspero agazapado detrás de la mata, cómplice de un discurso al que, por otra parte, las cifras no dan tregua. La provincia se desangra en población, trabajadores, autónomos,... No es pesimismo, son datos. El pesimismo es no levantar la voz contra una realidad que es difícil de revertir, pero es la que tenemos que enfrentar. No es una condena. Es una elección. La cita para hacerle frente, una vez más, tiene fecha. El pulso es individual. ¿Reinará el desencanto? No debería.