Viajeros, al tren
Que el Parlamento va detrás de la sociedad quedó claro cuando el Congreso votó la reprobación de Óscar Puente por la «manifiesta incompetencia en el desempeño de su labor al frente del ministerio». Las comillas son de los grupos políticos —quede claro para que la Stasi no incluya otra referencia mía en el listado de ofensas al ministro, donde figuro por haberle llamado «cagalindes»— pero resumen un enfado general al que León se adelantó. Antes que Madrid, como sucedió con los franceses en 1808, los leoneses se levantaron hace años para advertir del abandono de la infraestructura ferroviaria. Ahora, gana foco por ese kilómetro cero donde, debido a que la concepción radial obliga a que todas las líneas deban pasar, se escenifica el caos causado por la ausencia de inversiones, el deficiente mantenimiento y la infrautilización de las mercancías. Pero hay más, como sabemos aquí, donde los retrasos no se limitan a esos trenes en los que antes viajabas con compromiso de puntualidad y en estos momentos bastante te garantizan que lleguen el mismo día que marca el billete; ni a los media distancia, marginados por el pedigrí de la alta velocidad, sino a los que no llegan porque los pararon en la parrilla de salida de los proyectos estratégicos.
Esos trenes que perdimos lastran el desarrollo leonés. Los mismos que alertan de que el corredor Mediterráneo se lleva las inversiones en detrimento del Atlántico promueven aquí una estrategia que ha sacado a León del mapa de los núcleos de referencia del noroeste en beneficio de Valladolid, por mucha capilaridad que venda la Junta del PP para justificarse y ampare el Gobierno del PSOE con desvergüenza. El agravio no se limita a Puente, tira más de cinco ministros atrás, de ambos bandos, que han socavado la infraestructura, desde la vía estrecha a la convencional y ese AVE que dejó cojo Pepe Blanco cuando, para regalarse a un tramo entre Orense y Santiago, que entonces no conectaba con nada, limitó a una sola vía la plataforma en la que 10 años después empieza a aparecer otra en paralelo camino a León. Ninguno ha mirado para esa Vía de la Plata que se reclama reabrir para dar sentido a los discursos vacíos de lucha contra la despoblación de las instituciones que luego concentran la riqueza en el arco este peninsular. El ministro defiende que el ferrocarril está en «el mejor momento de su historia». Quiere decir de la suya: la historia de Óscar Puente.