Diario de León

Canto Rodado

Ana Gaitero

Redactora de Sociedad

Victimismo machirulo

La pancarta que las feministas alzaron en la Puerta del Sol el 20 de mayo de 2011 fue arrancada en nombre de la ‘independencia’ del 15M

Manifestante feminista. EFE/Villar López

Manifestante feminista. EFE/Villar López

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Cuando estalló el 15-M y las feministas colgaron en la Puerta del Sol la pancarta: «La revolución será feminista o no será», tuvimos la primera señal de que el parto del movimiento indignado iba a quedarse a medias en la Democracia Real Ya. 

Los ecos de la historia de la transición y el feminismo volvían a oírse, como si las voces las feministas que militaban en partidos de izquierdas y reivindicaban el derecho al aborto o el divorcio salieran del pasado en tromba.

Los líderes que alumbró el 15-M, no contaron con que las mujeres del siglo XXI no iban a someterse a ninguna disciplina. Un movimiento inesperado por olvidado, que ha caminado por los márgenes de los grandes pasillos de las instituciones y llenó las calles entre 2018 y 2020, ha roto las costuras del machismo por varios frentes. Las mujeres han pasado de la teoría feminista a la práctica y se han apropiado, por primera vez en la historia, de la libertad sexual.

La pancarta feminista del 15-M apareció en Sol a los cinco días de la primera manifestación y a alguno le faltó tiempo para arrancarla en nombre de la ‘independencia’.

El feminismo ha caminado por las calles y por las nuevas generaciones de mujeres de forma tan imparable, que los partidos, viejos y nuevos, lo subieron a sus carros como pudieron. Unos apropiándose del movimiento e ignorando que la lucha de las mujeres la estaban sosteniendo durante décadas las ‘viejas’ feministas. Otros jugando con la agenda feminista como si fuera su invención. Muchos se vistieron con el feminismo como una prenda de ocasión... Creérselo, creérselo, muy pocos. Y practicarlo, menos aún. 

¿Los jóvenes varones necesitan referentes de hombres adultos decentes donde mirarse?

Una pena, porque mientras las mujeres avanzan en su emancipación —no lo dudéis, mirad a las ‘robinsonas’ del libro de Gema Villa y Pilo Gallizo— muchos hombres están descolocados y refunfuñando o insultando, agrediendo y matando. Triste.

Las chicas tienen referentes poderosas aunque el acceso femenino al poder es muy reducido. Los chicos se maleducan en la pornografía y la violencia, o con modelos viriles fallidos, en el fútbol o en la política; en la cultura o en la empresa. Las mujeres copan los cuidados personales, familiares y sociales. Se ve en las familias y en oenegés que solucionan al Estado sus déficit en salud y servicios sociales. 

Y los hombres se «emancipan» de los cuidados. Esta es la frase más bestia de la carta de Errejón tras su dimisión forzada por las acusaciones en redes sociales de maltrato y acoso sexual. Un privilegiado de la primera línea de la política se presenta como víctima del patriarcado y de la escena pública. El victimismo machirulo lo practican muchos hombres privilegiados, no sólo los votantes y lidereses de Se acabó la fiesta (al que le acaba la fiesta envuelto en criptomonedas) y engendros de la ultraderecha.

Los hombres adultos están en deuda con las mujeres, y sobre todo con los chicos. Como dijo Rodrigo Cuevas en el concierto de León, «usad vuestros privilegios para hacer el bien», y dadles un espejo decente para mirarse. Abandonad el silencio.

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