La vida neoliberal
La vida neoliberal da asco, estoy de acuerdo. La vida neoliberal engolfa, es evidente, pero justificar los vicios privados apelando a la falta de virtudes públicas es un signo de cinismo. La vida neoliberal es demasiado excitante, es cierto, y habría que levantar el pie del acelerador, como dice Harari, para evitar estrellarnos a toda velocidad contra el muro de los deseos. Es terrible lo que puede producir en una mente ingenua la infinita gama de placeres de la vida neoliberal. El miedo y el asco son sentimientos legítimos en un mundo que no ha sido nunca un paraíso. Las utopías en las que decía creer Errejón, sin embargo, han sido siempre una versión del infierno sobre la tierra. La vida neoliberal del heteropatriarcado occidental es tan seductora que te arrastra a cometer actos compulsivos de consumo y violencia. Actos en los que tratas al objeto codiciado como a un cuerpo femenino y al cuerpo deseado como a un objeto de apropiación indebida. De nada vale en este mundo, por descontado, profesar ideas progresistas. Si quieres triunfar en el mundo neoliberal, no te queda otra que traicionar tus valores y principios, tus ideales de cambio y justicia social, tu apuesta retórica por un mundo más humano e igualitario. La vida neoliberal es más poderosa que todo esto y te machaca por dentro, triturando tus creencias políticas, a cambio del libre acceso a sus recompensas hedonistas. La vida neoliberal denunciada por Errejón con vehemencia falaz es tan perversa, en el fondo, como el capitalismo que la financia y es inútil intentar escapar a sus tentaciones criminales. La vida neoliberal es un crimen en sí misma y se funda sobre una multitud de crímenes que quedan impunes a diario. Es lógico que la vida neoliberal afecte en especial a los empollones reprimidos con una aguda voluntad de poder y afán de protagonismo y a los psicópatas ambiciosos que encubren sus peores tendencias tras una máscara de socialismo militante. El machismo de Podemos ya era flagrante hace años. Ahora es una secuela de la promiscuidad malsana del buen salvaje comunista con la vida democrática y capitalista. La vida neoliberal es malvada y corroe el alma de sus enemigos y corrompe sus convicciones. La vida neoliberal es tan fascinante como un escaparate de moda para Yolanda Díaz. La vida líquida liquida al más pintado. El dinero o el sexo, o los dos, como el cutre Ábalos. De cada quien según su capacidad y a cada quien según sus necesidades. La vida en común. Qué bochorno de izquierda.